¿Cuál sería el lugar que elegirías para vivir? Seguramente, la respuesta podría ser de lo más variada posible. Cada persona necesita un espacio diferente donde poder ser ella misma. Lo que para unos puede ser un lugar ideal para otros puede ser un infierno. E incluso, a medida que maduramos y envejecemos, las prioridades también van haciéndolo. No es de extrañar que, en la ciudad de Utrecht, en pleno corazón de los Países Bajos, alguien haya elegido una antigua torre del agua para convertirla en su vivienda particular.

Las torres del agua han sido muy recurrentes a lo largo de la historia por todos los pueblos de la Tierra. En la mayor parte de las ciudades europeas podemos encontrar alguna, a modo de reliquia, que por su estructura siempre llama la atención. En el caso de la torre del agua de Utrecht, su construcción data en torno a 1917 y está edificada en ladrillo. A lo largo del siglo XX fue cayendo en desuso y con la entrada del nuevo milenio no sabían muy bien qué hacer con ella, a pesar de ser monumento nacional. Su mantenimiento y rehabilitación costaban dinero. Así que, a un particular, se le ocurrió la idea de adquirirla y convertirla en vivienda habitual de la mano de Zecc Architecten.


Dentro de esta antigua torre del agua, el espacio se distribuye a lo alto y no a lo ancho. Diez son las alturas posibles que se van superponiendo, para dar vida a tres pequeños apartamentos y una vivienda de seis plantas y un local en el bajo. Lo más complejo para articular todos estos espacios fue colocar la escalera que conduce a todas las plantas y el ascensor, de manera que no desbaratase la distribución de cada una de ellas.


El resultado de Zecc Architecten es una obra de remodelación y adecuación adaptada al siglo XXI. Cada interior responde a las tendencias decorativas del momento pero recubierto de una capa de historia de la ciudad del singel. Y es que el agua es uno de los elementos primordiales de esta ciudad, que recorre su longitud a través de sus famosos canales. No es extraño que esta torre del agua haya sido reutilizada para seguir formando parte de la vida de sus habitantes, si no de forma activa de una forma pasiva.
Fotografía: Stijn Poelstra
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