Pocas palabras tienen un significado tan rotundo como el que Dress Code le da a la perfecta manera de vestirse. Aquí solíamos guiarnos por la etiqueta o el protocolo pero ambos conceptos huelen tan a rancio que ni se siguen, ni se respetan, ni falta que hacen. Hay ocasiones únicas y vestidos creados exclusivamente para ser lucidos en la alfombra roja y habría que juzgar y condenar a quién destroza una creación impresionante haciendo el paseíllo en cualquier presentación.

Los Globos de Oro con los que acabamos de abrir el año han sido un prometedor respiro. El Givenchy de Julianne Moore, el Carolina Herrera NY de Jenna Dewan o el Versace rojo Heidi Klum, son una muestra de que el buen gusto y el glamour pueden coexistir. Pasa pocas veces, pero cuando pasa es un lujo ver como escenarios y vestidos se encuentran y prácticamente danzan. Fuera de ese entorno, el único escaparate posible sería la vitrina de un museo.

Si hay dos preguntas que todo vestidazo debería contestar afirmativamente para entrar en el ‘olimpo’ de los trajes de ensueño deberían ser: ¿podrías desfilar en una alfombra roja de Hollywood? y ¿podrías ser objeto de contemplación en un expositor del Prado?

Si el vestido dice dos veces «Sí», entonces es óptimo para una novia, una recepción nocturna en el palacio Real o un estreno de cine. Si dice “No” aunque solo sea una vez, déjalo para la boda de tu prima o para disfrazarte en casa, como deberían haber hecho Keira Knightley y Jennifer López respectivamente en esta edición de Los Globos de Oro.

Otro acontecimiento planetario que pone los vestidos de ensueño en un pedestal es la semana de la Alta Costura que se celebra cada enero (y julio) en París. Hay creaciones a las que literalmente es imposible poner un precio dada las horas de trabajo y los ricos materiales utilizados en su confección, y es triste, triste de llorar y no parar, que las clientas allende países emergentes salgan de los pases vip con las bolsas llenas de prendas de Vuitton, Chanel o Dior, que después serán lucidas en las antípodas de los museos, de las alfombras rojas o de los estrenos hollywoodienses.

¡Por una red carpet con vestidos de ensueño y por unos vestidos de ensueño con su red carpet!