¿Qué motivos les llevan a dos artistas a jugarse la vida con una finalidad artística?, ¿es necesario colocarse temerariamente in situ con cada obra a pesar de las secuelas que pueda provocar?, ¿estamos ante un ejercicio conceptual que aún es difícil de catalogar?
Todos estos interrogantes se generan en la inescrutable rama del arte contemporáneo cuando preguntas por los artistas Julia Martínez y Omar Jerez, considerados entre los más polémicos del mundo según diversas listas.
Para que el lector se haga una idea breve de quienes son los autores os pongo en antecedentes.
- 2013. Colocan durante tres días a un enfermo de VIH en una galería de arte con el título ‘Un buen día para morir’.
- 2013. Se trasladan a Donosti, Omar es caracterizado como víctima de ETA y ejecutan la pieza paseando delante de las herriko tabernas simulando llevar un cadáver entre los brazos.
- 2014. En esta ocasión van a Berlín a encerrarse con 8 neonazis teniendo en cuenta que Omar es de origen judío.
¿Te ha parecido deporte extremo lo hasta aquí relatado?
Espere lector/a que aquí viene el plato fuerte
El 4 de abril del 2015 tuvieron la osadía de trasladarse al mismísimo corazón de Nápoles. durante 43 días para realizar una performance sobre la mafia con el título ‘Il corriere della camorra‘.
Con ayuda de un periodista italiano consiguieron adentrarse en “Scampia”, famoso barrio que ha dado la vuelta al mundo, y no precisamente como guía preferente para turistas por su exquisita gastronomía o monumentos; nombrado por el escritor Roberto Saviano en varias páginas de su libro homónimo ‘Gomorra’, dicho distrito es conocido por ser punto de venta de drogas y tráfico de armas. Omar Jerez y Julia Martínez haciéndose pasar por arquitectos y con la ayuda de un ciudadano civil, que a su vez necesita permiso del clan, ya que exigen información precisa acerca de por qué hay dos españoles indagando en su territorio, logran acceder al mismo como responsables de un libro de arquitectura y así justificar la documentación realizada dentro de dicho distrito dejando constancia fotográfica y audiovisual.
Tras documentarme a fondo sobre dicha acción, mi sorpresa aumentó cuando supe que en los días que permanecieron en Nápoles, días previos a la acción artística acontecieron los siguientes hechos:
Estando en Scampia, un camorrista de 20 años recién salido de prisión, se acerca a los artistas y al periodista italiano que iba con ellos, pide las gafas al periodista, ya que había visto que eran de marca y acto seguido comienza a contarle que un chico que había estado en prisión y compañero suyo de celda había sido asesinado hace dos meses, este dato horrorizó al periodista, ya que no se publicó en ningún medio de comunicación, era desconocido por la opinión pública y natural de la misma ciudad que el periodista. Su acercamiento iba subiendo de tono al “invitarlos” a dar un paseo en “máquina” haciendo alarde del arma que llevaba.
Posteriormente después de su visita a Scampia, en el hotel donde se alojaban, les pidieron cuatro veces el precio de la habitación más un impuesto, todo ello efectuando el pago en metálico como única opción, esto, es lo que la mafia exige a los comerciantes. El llamado ‘pizzo’.
La empresa que iba a realizar la impresión de periódicos se negó en rotundidad a finalizar ese pedido justo después de la primera prueba de impresión, habiendo aceptado en principio y con la factura realizada, exigieron a los artistas una autorización de un tribunal para seguir adelante con el encargo dejando secuestrado el material en dicha imprenta.
El día que realizaron la performance, que consistía en repartir 6000 periódicos ficticios como si se tratara de una editorial de la propia camorra, se presentaron dos camorristas para saber que eran esas hojas que ponía en portada «Il corriere de la camorra», uno de ellos resultó ser un director de cine y cantante neomelódico (parte folclórica de la camorra, similar a los cantantes de los narcocorridos en México) llamado Genny Fenny asociado a los clanes, defensor sin tapujos de la camorra y director, productor, actor e inventor como él define de un film con el inquietante nombre ‘Sodoma, la scissione di Napoli‘, en ese momento tuvieron que paralizar inmediatamente la acción.
El miedo es un acto reflejo de agrupación cultural que ha servido como elemento de supervivencia para que nuestra especie no desaparezca. Es posible que lo que representa miedo para nosotros, ellos lo materializan mediante el horror denunciado con un ejercicio performativo que invalida el equilibrio para razonar entre riesgo y efectos colaterales, ya que la adrenalina es tan fuerte que la sensación primaria de proteger tu integridad queda anulada.
Tuve la ocasión de visionar la serie Gomorra del año 2014, no confundir con la película de mismo título de Mateo Garrone, basada ambas, en la obra literaria de Roberto Saviano, si algo me genera angustia como simple espectador, es que como bien relata una extensa galería de personajes, todos asimilan como estandarte una sola bandera, la del «business»; bajo las reglas de dicha bandera si es necesario descerrajar de un tiro en la nuca a tu mejor amigo de la infancia para conseguir respeto y que sepan quien da las ordenes. Traicionar a tu hermano para que lo asesinen siendo tú el mismo hostigador y librarte del error cometido como una cuestión de honor también forma parte de su idiosincrasia o por otro lado si tienes que masacrar deliberadamente a veinte personas por el simple hecho de pedir un aumento de sueldo se ejecuta con la mayor frialdad; en ese orden sanguinario establecen sus códigos, con reglas y normas que se acatan sin oponerse. No existe un rasgo de poesía cruda embellecida.
Una muerte representa una situación cotidiana. No hay tiempo para llorar, el insomnio y el cuadro de ansiedad solo llega cuando no facturas más que el otro ‘boss’, la indolencia en las emociones se impone a cualquier rasgo humano, los negocios son lo más importante y Dios se llama dinero.
En este sentido, provoca alarma observar como ejecutan cada planteamiento milimétricamente Omar y Julia, inician un rito donde ellos opositan de legisladores con sus propias normas y se exponen sin chaleco antibalas a bordear lo nefasto, sin importar aparentemente lo que pueda suceder.
¿Existe final en algún momento?
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