En inglés hay una palabra solo para denominar a la acción de ir a mirar escaparates (v. windowshop). Si existe una palabra (al menos en inglés) que representa esta acción es de suponer que es de vital importancia la manera como se presentan esos escaparates a los windowshopperos. Hay diferentes teorías de la comunicación por las cuales determinados objetos expuestos deben colocarse de esa o esta manera. Pero al final lo que vale es que ese escaparate atraiga al público casual de tal modo que los impulsen a cruzar el umbral de la puerta y salgan de nuevo a la calle con alguna bolsa en su mano.
Para construir una vitrina atractiva podemos recurrir a varios manuales para diseñar ese ‘vendedor silencioso’ que es el escaparate. Todas esas normas parecen estar encaminadas a indicar al escaparatista a diseñar siguiendo una serie de premisas básicas: Que el escaparate esté siempre limpio y luminoso, que se muestre atractivo y sugerente, que se proponga una selección de artículos para el negocio y renovarlo cada 20 días.
Como las normas están para romperlas Malatinta quiere proponeros una serie de ejemplos de escaparates donde en el mejor de los casos solo se ha seguido una de estas reglas y a veces ni eso. La premisa que sí siguen todos y cada unos de estas vitrinas es la razón principal por la cual existen estos escaparates en primer lugar: ‘impactar‘.
En Marzo de 2006 Machintosh quisó lanzar el por aquel nuevo Ipod Hi FI con un escaparate que simulaba un cristal roto. De esta manera, se reforzó el poder del dispositivo. Un diseño de escaparate que sin duda causó impacto.
En este artículo no podíamos dejar de lado a una de las cadenas de tiendas británicas de productos de alta gamma, Selfridges. Conocidos por sus puestas en escena un tanto surrealistas, en 2012 y para combatir la feroz competencia de los portales de internet Selfridges montó un dispositivo de audio y video para exponer el trabajo conjunto de diseñadores de moda y artistas visuales. Los transeúntes podían ver una prenda de ropa al tiempo que disfrutaban viendo y escuchando su proceso de creación.
El año pasado Dolce Gabbana decidió abrir su colección de Invierno al público simulando un puesto de verduras frescas en sus tiendas de Barcelona y Madrid. Algunos se preguntaran que tiene que ver fruta con ropa de diseño. Pues vendría a ser lo mismo que mezclar churros con merinas. El resultado es estridentemente sugerente.
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Una librería de Berlín pensó que era buena idea irse a la materia prima de la que nace un libro para ganar su batalla contra la moda de los libros electrónicos.
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Este escaparate pertenece a un establecimiento de tejidos de largo recorrido en el Paseo de Gracia de Barcelona llamado Gratacós. Esta vitrina es considerado uno de los top 10 mejores diseños de Escaparates de la Ciudad Condal. Fue premiado a la mejor imagen de la tienda proyectada en el exterior de Eje Shopping Line por la combinación de los tejidos propios de la firma con otros elementos ajenos al sector y sorprender, así, al viandante.
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