Seguramente llevas toda la semana trabajando, estudiando…sumergido en un ritmo a veces vertiginoso. Es posible que te veas incapaz de desconectar de la rutina. Y como no das más de ti, puede que trates de recuperar el tiempo que te falta en un fin de semana. Casi con toda seguridad podríamos decir que el lunes llegas otra vez más cansado de lo que ya estabas ¿puede ser? Ha llegado el momento de hacer un stop y probar esta nueva técnica para conseguir bienestar con mayúsculas.
Bienestar entendido en su concepto más amplio. Y no, no nos referimos únicamente al cuerpo, miremos un poco más allá hasta llegar al lugar que más paz necesita: tu mente.
Hablamos de mindfulness o más sencillo: atención plena. En pocas palabras: vivir el presente y prestar atención al momento exacto en el que estamos, con interés y sin juzgar. Ser conscientes de dónde estamos y dejar de lado la irrealidad que a veces se cuela en nuestra mente.
El mindfulness lleva alrededor de 30 años creciendo en Estados Unidos y poco a poco las empresas, las escuelas y universidades están implantando esta técnica. Los resultados son muy positivos: mayor rendimiento de los empleados, menor frustración entre los trabajadores y niños que mejoran su atención frente a los estudios. Estos últimos años se está implantando en nuestro país y creciendo progresivamente.
¿Cómo se practica el mindfulness?
Monica Esgueva, experta en mindfulness y coaching, recomienda que primero aprendamos las técnicas con algún profesor bien formado y después lo practiquemos solos.
La clave es la constancia: por ejemplo ejercitándolo unos veinte minutos al día. Poco a poco conseguirás ese estado de relajación que necesitas. En dos meses te resultará más sencillo enfrentarte a situaciones que antes te provocaban estrés. Habrás adquirido las herramientas necesarias para no desestabilizarte. Hay varias formas de practicar la atención plena, según la experta debemos entrenar sentados y con los ojos cerrados, pero también durante nuestras actividades cotidianas: “comer conscientemente, caminar atento a cada paso y a lo que nos rodea, practicar la escucha activa y evitar el multitasking continuo”. Debemos recordar que no somos ordenadores multitarea, nuestro cerebro un funciona así. Segmentemos: terminemos una acción y comencemos con la siguiente.
Pongamos en práctica la atención plena con el ejemplo de “comer conscientemente”: en el momento del desayuno concéntrate en lo que estás haciendo. No prestes atención al exterior. Estás sólo tú y tu café, tostadas o lo que vayas a tomar. Tienes que notar el tacto de los alimentos, el olor, cerrar los ojos y sentir. Después ya comenzarás tu desayuno, pero saboreándolo de verdad. Si lo pruebas vas a notar una diferencia abismal con respecto al resto de tus desayunos de esta semana. Y es que cada día estamos más automatizados y no reparamos en determinadas acciones. De esta manera vas a conseguir por un lado, estar más relajado y por otro, una serie de beneficios más allá de lo que puedes imaginarte.
Beneficios de la atención plena
En palabras de la experta, el mindfulness nos ayuda tanto en el plano físico como emocional: “conseguimos no ser una víctima del estrés, evitando la vulnerabilidad de nuestro sistema inmunológico (que puede conllevar dolores musculares, trastornos digestivos y gastrointestinales, colon irritable y un largo etc.). También influye positivamente en la capacidad de regular las emociones dañinas, en la capacidad de concentración y atención, lo cual tiene un impacto directo sobre nuestra efectividad y rendimiento”
Mejorar el estado de personas que sufren depresión es otra de las “virtudes” del mindfulness. La explicación de Mónica Esgueva parece sencilla, pero recalca que no es magia y debe ejercitarse: “debemos estar en el presente sin quedar atrapados en rumiar pensamientos del pasado infinitamente y dejando de lado las preocupaciones y los escenarios catastrofistas de posible futuros”.
¿Dónde acudir?
Si vas a iniciarte en la atención plena, en Madrid hay centros especializados para practicarlo en grupo, y aprender a ejercitarlo correctamente, por ejemplo en Habitar el tiempo o Meditare Espacio Holístico. Lugares donde podemos comenzar a trabajar nuestra atención en grupo y de la mano de un guía.
Sentirnos bien con nosotros, y no sólo emocionalmente, aplicándolo a todas las facetas de nuestra vida. Mejorar como personas, en nuestros trabajos o en nuestras relaciones. Obtener resultados reales y reducir el estrés diario. La atención plena nos enseña a tomarnos la vida de otra manera, mirar los acontecimientos con perspectiva y poder tomar la decisión de no anclarte en tus pensamientos o sentimientos. Pero para llegar a este estado de relajación y “cero estrés” es necesario practicarlo a diario.
Todo esto nos ofrece el mindfulness. Porque el cuerpo y la mente deben vivir más conectados y con este ritmo es difícil conseguir la plenitud de nuestra atención. Esta técnica llega para repetirnos una y otra vez que vivamos el momento: ¡Carpe Diem!
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