Selfie: autorretrato, una moda que gracias a las redes sociales cada vez está más extendida. Las redes sociales forman parte de nuestras vidas, en ellas compartimos con el mundo nuestros momentos de felicidad y tristeza. Una relación prácticamente íntima de la que muchos han convertido en adicción. Pero no siempre ha dado momento felices a sus usuarios, ya que hace unos meses leíamos como Courtney Ann Sanford, una mujer de 32 años, perdía la vida en Carolina del Norte, tras actualizar su perfil de Facebook con un selfie, mientras conducía sola su turismo. Una imprudencia que la costó la vida. Otra historia que nos impactó fue la que ocurrió el pasado mes. Las amigas Collete y Ashley viajaban en su coche para celebrar la despedida de soltera de la primera, que se iba a casar el 26 de julio. Durante el viaje, se hicieron un selfie para reflejar el momento y Collete subió la foto a su perfil de Facebook, momentos después ésta fallecería, debido a un impacto frontal, mientras Ashley realizaba una maniobra de adelantamiento. Historias de la actualidad más negra que tienen como protagonistas las redes sociales y las imprudencias. De ambas se ríe el protagonista que os presentamos hoy.
Seguramente os hayáis topado con alguna de sus imágenes virales en la red y habréis pensado que son resultado de un magnífico proceso de photoshopeado, pero ¡no!. Aunque parezca increíble Kirill Oreshkin con tan sólo 19 años consigue realizar los selfies más peligrosos e increíbles del mundo. Asiduo del rooftopper, fotografías o selfies realizados en tejados o rascacielos, sin ningún tipo de protección, una práctica de la que muchos se jactan en decir: «he estado en más techos que Papá Noel». Oreshkin al igual que Tom Ryaboi consiguen impresionantes instantáneas mediante esta la peligrosa práctica.
«Al principio tenía miedo, pero ahora todo ha desaparecido«
Este joven fotógrafo ya a los 15 años soñaba con poder escalar los edificios de su ciudad, pudiendo fotografiarse en las alturas. Un resultado casi imposible, que consigue gracias a que accede a los lugares menos insospechados para hacerse un selfie, retratando su éxito. Ningún lugar se le escapa: imponentes estructuras de Moscú o colgarse por el borde de algún edificio, a cientos de metros por encima del suelo, sin protección, solamente con su inseparable compañera: su cámara, y, en ocasiones, con su grupo de amigos. Como el mismo declara en el documental Vocativ: «al principio tenía miedo, pero ahora todo ha desaparecido«, «empecé a hacerlo porque me gustan los diferentes puntos de vista», «¿Qué se me pasa por la cabeza cuando estoy allí?, nada en especial, solamente intento pensar en mantenerme con vida«.
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Imágenes que no reflejan ni un atisbo de miedo por la posibilidad de descolgarse o resbalarse. Edificios como la Torre Mercury de Moscú, que es el edificio más grande de toda Europa con 338 metros de altura, han sido uno de los principales pasatiempos del joven fotógrafo. Un hobby en el que, en cada momento, pone en riesgo su vida e integridad física.
Una práctica perseguida por las autoridades que han visto como poco a poco en Moscú han ido aumentando sus seguidores, por lo que Oreshkin, a menudo, tiene que evadir a los guardias de seguridad, perros e incluso halcones urbanos que defienden sus nidos.
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