El nombre de Pablo Ráez es ahora sinónimo de superación y lucha. El joven malagueño de 20 años nos ha dado a todos un ejemplo de vida, aunque tristemente el precio que ha pagado por ello ha sido su propia vida. De hecho, no podríamos exagerar en este punto si incluso Sergio Rodríguez, médico del centro de transfusiones sanguíneas de Málaga y responsable de captar donaciones de médula en Andalucía ha reparado en el hecho de que se han conseguido más de 3.000 donaciones nuevas desde que el pasado 25 de febrero a consecuencia de la leucemia contra la que batallaba desde hacía dos años.

Un incremento del 1.300% de las donaciones de médula ósea en tan solo un mes que, según este médico, demuestra que “el ejemplo de Pablo Ráez ha removido conciencias; muchos jóvenes no sabían que se podía donar médula ósea hasta que conocieron la historia de este chico”, subrayaba Rodríguez, que ha sido testigo de las colas que se formaban en las inmediaciones del hospital Regional de Málaga para ofrecer su granito de arena.

En MalaTinta no queremos que esta buena costumbre ‘pase de moda’. Pablo ya no está aquí, al menos físicamente, porque siempre será parte de nosotros, un sentimiento que también atesoran en Cartagena, donde su fortaleza acompañará a sus ciudadanos día a día a través de un significativo grafiti que insufla fuerzas desde los muros del instituto Isaac Peral. La idea original ha surgido desde la Fundación Trinitario Casanova, que se ha propuesto poner color a los centros educativos de la región con algo más que simples firmas incomprensibles y de dudoso valor artístico y estético.

El grafiti de Pablo Ráez en este centro educativo no es nuevo, lleva ya tres semanas adornando sus muros, pero cualquier excusa es buena para recordar al joven marbellí y evitar que su historia caiga tristemente en el olvido. La imagen del mural ya ha dado la vuelta al mundo gracias a las redes sociales y uno de los primeros en compartirlo en su perfil personal fue el concejal de la ciudad portuaria, David Martínez Noguera. En esta imagen se muestra uno de los gestos icónicos de Ráez, en los que muestra bíceps a la cámara, con la firme intención de demostrar que la fuerza de uno mismo es vital para superar cualquier bache que el destino te coloque en tu camino, sea cual sea su índole y aunque seas consciente de que el final puede estar cerca. Quizá, uno haya perdido la batalla, pero conocer sus armas podría ser la clave del éxito para muchos otros. Ahí radica el poder de Pablo Ráez, al que jamás olvidaremos, aunque haga falta recurrir al arte para que permanezca vivo entre nosotros.

Pablo, te echamos de menos pero, ante todo, ¡GRACIAS!