¡Como nos gustan los monstruos!, y es que, desde que el ser humano ha tenido capacidad para hablar, también la ha tenido para crear un imaginario que muchos artistas y directores de nuestra actualidad desearían. En la última etapa de la Edad Media la presencia de esos temidos monstruos era constante. Unos monstruos encargados para hacerse realidad principalmente por el estamento eclesial y destinados a los márgenes de los manuscritos ilustrados; en los relieves arquitectónicos de los pórticos y columnas de las iglesias; en general, en todos los espacios secundarios del arte en los que el ingenio y la imaginación hacían convivir razas humanas de extraña morfología con animales reales o fabulosos, criaturas híbridas, seres mitológicos y bestias de asombrosa naturaleza.
Unos monstruos sentenciados a ser imagen del terror más absoluto del ser humano de la época como reflejo del miedo a lo desconocido. Artistas de la talla de Picasso, Alberto Durero o por el famoso pintor holandés, que bajo el nombre del Bosco representaba en su Jardín de las Delicias los tres mundos tras la muerte de todo ser humano: El jardín del Edén, el jardín de las Delicias y el Infierno. Un infierno plagado de torturas, gritos y, por supuesto, MONSTRUOS que provocaban el horrible sufrimiento de los pecados del ser humano. Pero no siempre los monstruos han sido y son objeto de miedos y representación de nuestras más temibles pesadillas.
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Travis Louie es uno de esos, a los que monstruos y personajes bizarros abrazan para formar parte de su particular bestiario. Nacido en Queens, New York, muy cerca de la Feria Mundial de 1964, Louie desde pequeño sintió una extraña atracción por las rarezas y lo extraño, y es que vivir al lado de la Feria Mundial, marca y mucho. La ciencia ficción y películas de terror le ayudarían a recrear y dar consistencia a su particular mundo. Pero la enorme fascinación que sentía por las rarezas humanas, por los viejos actos de magia Vaudeville y por los extraños y a la vez misteriosos retratos victorianos, le llevaría a que con el tiempo creara un estilo y una visión del mundo más monstruoso y bizarro totalmente distinto a lo que hasta entonces conocíamos.
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El estilo visual de su obra está influenciada principalmente por la iluminación y el ambiente de Expresionismo Alemán y Film Noir, películas de la época del cine mudo de finales de 1950. Las películas de directores como FW Murnau, Fritz Lang, Orson Welles, Robert Siodmak, Robert Aldrich, Jacque Tourneur, y el director de fotografía, Greg Toland, tuvieron un gran efecto en la manera en que Louie posteriormente realizaría sus obras.
Su infancia la pasó haciendo dibujos y escribiendo su diario, en el que describiría con todo lujo de detalles sus seres monstruosos sacados directamente de la era victoriana y eduardiana. Unos personajes que vivieron y murieron en una sociedad en la que no se ocultaban, y aceptados por ella pertenecían a diferentes y distinguidas clases sociales. A través de su obra vemos cuál era su rol y estatus en la sociedad, seres que gracias a Louie consiguieron encontrar su hueco.
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Con una trayectoria envidiable en la que destacan exposiciones en la Merry Karnowsky Gallery de Los Angeles, en Joshua Liner Gallery, New York o en la Yves Laroche, Galerie d’Art de Montreal, junto con la publicación de su libro Curiosities, consolidan la importancia de la creatividad y la innovacción del arte contemporáneo, en el que los estilos más clásicos conviven con los más modernos y trasgresores, estilos en los que dibujo e ilustración se solapan, haciéndonos cada vez más difícil la tarea de encontrar la delgada línea que les separa.
Reflejos de una «posible» realidad, que gracias a las técnicas de la invención de la pintura con lavado de acrílico y texturas simples sobre tablas lisas, Louie consigue recrear y plasmar su «particular universo».
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