No es secreto que en Malatinta somos muy fans de Pixar, ¿verdad? Pero lo somos con razón. Desde hace ya unos cuantos años, Pixar lleva el estandarte del cine de animación por montera. Sin duda, fue y es (con permiso de Disney, compañía con quien ahora comparte más que gustos profesionales) una de las multinacionales que más emoción nos han proporcionado, casi más a mayores que a pequeños.
Indiscutible es el talento que derrochan en cada nueva producción sus técnicos y animadores, y también sus guionistas. Es cierto que Disney, por aquello de ser la “primera grande” ha ocupado siempre el primer puesto, nos hemos criado con ella y tenemos cierto apego a algunos de sus grandes personajes. Pero lo de Pixar es otro mundo: su creatividad no tiene límites ni en cuanto a originalidad, ni en cuanto a tocarnos la patata.
Son varias las ocasiones en las que Pixar ya nos ha demostrado que sabe hacer las cosas bien, que sabe crear grandes clásicos sin nada que envidiar a su (ex) rival, Disney. Prueba de ello son su maravillosa Ratatouille o esa gran road-movie hecha para ablandar corazones, llamada Up. Tras joyas como éstas resultaba algo decepcionante la llegada de una nueva entrega de su más grande aventura hasta la fecha: Toy Story. Pero sin embargo, fue ésta, Toy Story 3, la más evidente consumación de que el cine de Pixar no era cine (solo) para “pequeños”, a pesar de que los protagonistas de su historia sí que lo fueran. Y fue también la consumación de que las segundas, terceras o cuartas partes pueden ser aún mejores que la primera, y que eso tan inevitable como es el paso del tiempo, no tiene porqué hacer mella en una historia si ésta es tan perfecta como lo es Toy Story. Era ley de vida que Andy creciera (como lo hicimos nosotros) y que se cansase de jugar con sus juguetes, ahora obsoletos. Una bonita y perfecta metáfora de la vida que nos recuerda tan bien la parte infantil que aún tenemos, como la que hemos ido dejando atrás.
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No es exagerado decir que Toy Story 3 tiene uno de los finales mejor escritos desde hace años, desde esa maravillosa secuencia del basurero, hasta el mismísimo final, que es toda una lección de vida. Además, por supuesto, de toda esa larguísima lista de auto-guiños y referencias cinematográficas a su género y a otros bien distintos: Superman, Indiana Jones, Pretty Woman, Mi vecino Totoro, Star Wars… por citar algunas de las películas a las que referencia directísimamente la cinta. Puro amor por el propio cine. Por ello, entre otras muchas cosas, será recordada especialmente por aquellos que nos sentimos más niños en esencia. Por aquellos que recordamos con especial cariño la primera vez que vimos Parque Jurásico o a Indiana Jones.
Y es que somos muchos a los que, como a enanos, se nos iluminan los ojos cuando nos enteramos de que la fábrica de juguetes parlanchines está de nuevo en activo. Sí, así es. Aún quedan unos meses, pues el corto que prepara Steve Purcell será estrenado durante Navidad en la cadena ABC. Lo que sí ha sido presentado recientemente en la Comic- Con de San Diego ha sido el póster de esta nueva aventura que transcurrirá tras Toy Sory 3 en la línea tempora, y tendrá como protagonista a Trixie, ese dinosaurio que es de todo menos temible que tendrá que lidiar contra una serie de nuevos personajes que, tal y como le ocurría a Buzz, creen ser de verdad. El corto se llamará Toy Story that time forgot. Nos conformamos con que el corto sea la mitad de bueno que algunos proyectos en los que ha participado Purcell: Brave, Cars o Ratatouille. Pero por favor, no más secuencias de basureros en las que los amigos solo quieren volver juntos a casa, que luego lloramos. Mucho.
¡Larga vida a Toy Story!
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