Egipto. Tierra de faraones. Una de las civilizaciones más longevas de la Antigüedad. Lugar de pirámides y de dioses. Es uno de los lugares más admirados, venerados y visitados de todo el mundo. Su historia es parte de la historia de la humanidad, gracias a sus construcciones, sus representaciones, sus conocimientos y su avance tecnológico. Grandes sorpresas se esconden aún bajo las arenas del desierto, ocultando parte del origen de este pueblo que supo sobrevivir al paso de los siglos… hasta la llegada de la época oscura.
Muchos son los faraones que han llevado la corona del Alto y Bajo Egipto sobre su cabeza. Algunos de ellos dieron de qué hablar en su época. Alguno fue capaz de convertirse en hereje y desafiar al orden religioso establecido y hacerlo temblar desde sus cimientos. Otros son rememorados por sus construcciones. Y otros dieron de qué hablar por su vida privada y sus conflictos sentimentales. El caso de Cleopatra fue una mezcla de este último tipo y de mantener un trono y un reino bajo el amparo del creciente Imperio Romano.
Bien conocidos son sus amoríos con César y Marco Antonio. De ella se ha dicho que poseía una belleza excepcional, aunque viendo los grabados de monedas y medallas de la época uno puede intuir que la belleza física en sí no era su mejor arma de seducción. Fue su fuerte personalidad, su inteligencia, su astucia y sus armas de mujer las que consiguieron convertir ese periodo de la historia de Egipto y Roma en uno de los más apasionantes de la historia antigua.
En las representaciones que nos han llegado se puede ver que Cleopatra gozaba de una nariz un tanto prominente y aquilina. Y es ésta última la protagonista del corto de animación de ISART Digital. En ella aparece una Cleopatra insegura ante su físico, a la que ninguna representación de su perfil satisface por completo. Hasta que llega un pequeño aprendiz que, sin querer, revoluciona por completo la historia del arte sobre papiro y a una reina que queda satisfecha con lo que ve.
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