Coincidiendo con el segundo aniversario del fallecimiento de la fotógrafa Lillian Bassman, la Fundacion Loewe la homenajea en una exposición que se podrá visitar hasta el 31 de agosto en la Calle Serrano 26 de Madrid. La exposición viajará posteriormente a Galería Loewe de Barcelona desde el 8 septiembre al 9 de noviembre.

La exposición, Lillian Bassman. Pinceladas, comisariada por María Millán, muestra por primera vez en España una amplia selección de imágenes representativas de los distintos periodos de la carrera artística de esta fotógrafa, dentro del marco de la XVII edición de PhotoEspaña. Su legado fotográfico es, sin duda, uno de los más relevantes en la historia de la fotografía de moda que ahora podemos disfrutar en esta exposición, donde se han reunido míticas instantáneas de Bassman, como Across the Restaurant -Paris 1949-, el reportaje que realizó para la revista del The New York Times, The Night Fantastic en 1997, o Segni di Classe fotografiada en 1999 y reinterpretada en 2009.

Bassman fue una artista que se reintentó y se superó a sí misma en varias ocasiones a lo largo de su extensa carrera. Desde joven, simultaneó la pintura y el dibujo con la danza, disciplinas que incorporó a su trabajo como fotógrafa de moda para crear un lenguaje único. ‘Yo estaba interesada en crear una visión que fuera más allá de lo que la cámara veía. Esta forma de tratar la fotografía venía de mi experiencia con el dibujo y la pintura’.

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Fotógrafa inquieta, decidió experimentar a lo largo de su carrera hasta que en 1971, cansada del mundo de la fotografía debido a la dirección que había tomado el mundo editorial y publicitario, destruyó gran parte de sus negativos. La propia artista aseguraba que ya no había margen para la experimentación. Por suerte, a comienzos de los años noventa, su trabajo volvió a salir a la luz cuando la fotógrafa rondaba ya los ochenta años de edad y se redescubrió su obra. Fue entonces cuando regresó al laboratorio y se dedicó a imprimir y reinterpretar sus propios negativos que, por fortuna, uno de sus asistentes había guardado en bolsas de plástico y escondido en el que fue su estudio donde permanecieron durante dos décadas.

Tras una exitosa exposición en Nueva York en 1993, le siguieron encargos de importantes firmas y revistas de moda. Toda su vida profesional estuvo impulsada por la experimentación y la búsqueda de un lenguaje único, cuestionando tanto las tendencias visuales del momento como las reglas tradicionales de la fotografía. Más tarde, en el año 2004, el trabajo de Lillian Bassman fue reconocido con el premio Lucie por su indiscutible singular aportación a la fotografía de moda en los años cuarenta y cincuenta.