LET GO. ¿Habéis escuchado alguna vez esta expresión en inglés? La primera vez que la escuchas, no te llama especialmente la atención, sin embargo, a medida que vas descubriendo su uso y el contexto en el que se utiliza, comienza a captar un poco más de interés.

¿Qué significa? Dejar ir. Dejar marchar. Soltar.

“Pues vaya tontería”, dirás, “no sé qué tiene de especial esta frase”. Ahora párate a reflexionar un poquito sobre las cosas que has tenido que soltar en tu vida, sobre todo aquellas personas de las que tanto te costó desprenderte; quizás porque la relación ya no era lo mismo, porque había conflictos, o incluso porque el contacto con ellas había comenzado a hacerte daño al no recibir lo que querías.

¿Fue fácil? Seguramente no. De lo contrario, por favor, escríbenos y cuéntanos el secreto.

El vínculo es una relación íntima y cercana que se establece con alguien, puede ser una de las sensaciones más bonitas que podemos llegar a experimentar, pero también una de las más dolorosas si la relación comienza a deteriorarse y ambas partes no se esfuerzan en poner solución. Hablamos de lo que cuesta “desprenderse” de aquellos amigos, familiares o parejas que construyen una parte importante de nuestra historia personal; esas personas especiales que en algún momento (o muchos) han sido importantes para la construcción de nuestra identidad por el motivo que sea y cuya relación deja de ser lo que era. Quizás nunca lo fue, pero así lo sentías tú, y eso es lo que importa.

¿Por qué resulta tan difícil decir “hasta pronto” o “adiós” a esa persona que tanto significa para ti? ¿Por qué no seguir luchando hasta el final? Seguro que alguno de los que está leyendo esto ahora mismo está pensando en aquella pareja por la que se partió la cara hasta el final a pesar de sentirse poco o nada valorado, quizás ni siquiera bien tratado; o en aquel amigo al que te cansaste de llamar porque nunca estaba cuando le necesitabas.

Looking

El momento en el que tienes que asumir que una relación –del tipo que sea- ya no es lo que era, es realmente duro y muchas personas se empeñan en aguantar carros y carretas con tal de salvar el vínculo, pero eso supone un gran coste y desgaste emocional que no mereces, porque te cansas de esperar esa palabra o ese cariño que nunca llega. Trae enfados y reproches que con frecuencia hacen que la relación se deteriore aún más.

No es cuestión de que haya que mandar a la gente a freír espárragos a la primera de cambio, toos pasamos por momentos duros o en los que necesitamos tiempo para nosotros mismos, o en los que uno puede invertir más que el otro, pero lo importante para mantener una relación de forma sana a largo plazo es que exista un mutuo cuidado, una reciprocidad con la que ambas partes estén satisfechas.

En ocasiones, hay que ajustar las expectativas que tenemos, revisarnos a nosotros mismos para mejorar y dejar de pedir a los demás lo que no somos capaces de darnos nosotros. Sí, claro que sí, PERO (y sobre todo al hablar de cuestiones de pareja), cuando es preciso trabajar sobre determinados aspectos, AMBAS partes son las que tienen que cargar con ese peso, a veces no basta con querer, hay que tener GANAS. En el momento en el que siempre es una de las partes la que tira del carro, la relación tiene todas las papeletas de convertirse en tóxica.

Decir adiósNo hablamos aquí de personas tóxicas, sino de relaciones tóxicas. Por eso no tenemos que sentirnos culpables si el resultado final no es el que esperábamos, no siempre significa que tú estés haciendo algo mal, significa que algo va mal en la relación y para que eso se pueda arreglar (o al menos intentarlo), no vale con que sea solo uno el que pelea contra viento y marea.

Entonces… ¿Por qué nos empeñamos? Porque duele mucho dejar ir a alguien a quien queremos, dejar de compartir con esa persona momentos y risas, o incluso lágrimas. Duele MUCHO asumir que esa persona no va a estar en tu vida de la forma en que te gustaría y que algo ha cambiado.

Cuando eso ocurre a veces nos enfadamos, nos sentimos defraudados, experimentamos rabia, ira, tristeza y una larga lista de emociones negativas que son legítimas pero de las que nos tendremos que ir despegando poco a poco si no queremos encerrarnos en un caparazón que acaba ahogándonos en la más absoluta soledad. Es necesario aprender y respetar que las personas y las relaciones cambian, si no queremos sufrir innecesariamente; las relaciones no son estáticas y no siempre vamos a obtener lo que deseamos, pero eso no significa que no podamos seguir construyendo y descubriendo. Lo importante al final del día es irse a la cama con la conciencia tranquila, sabiendo que has hecho las cosas como mejor podías o sabías.

La verdadera libertad consiste en aprender a soltar cosas y personas, quién sabe si para volver a retomar en un tiempo (o no), pero siempre poniendo por delante nuestro propio bienestar emocional. Nadie merece mendigar cariño y por eso hay que rodearse de la gente que nos quiere bien, que nos ayuda a crecer, que valora lo positivo de nosotros y nos ayuda a mejorar nuestros defectos. Nadie dijo que fuera fácil, pero desde luego os aseguramos que más difícil se hace vivir a la espera de recibir algún día aquello que necesitáis hoy en día.

Aprende a soltar para poder tener las manos (y el corazón) libres y así recibir lo que tenga que venir.

I love me