Uno de los elementos esenciales para poder crear profundidad en cualquier espacio es la sombra. Situar el punto de luz sobre los objetos contribuyó a definir el aspecto más veraz dentro de una obra de arte. Durante el proceso del descubrimiento de la perspectiva espacial y aérea muchos pintores jugaron con los efectos de las luces y las sombras hasta dar con el equilibrio justo para poder así representar la realidad sobre el lienzo.
El punto álgido de este estudio del espacio culminó durante el periodo conocido como Barroco. El artista italiano Caravaggio fue el encargado de abrir este periodo gracias al uso del claroscuro en sus obras. Esta nueva manera de captar la realidad permitió centrarse en otros detalles más interesantes de las obras, como la captación de la psicología de los personajes retratados o buscar un conocimiento más profundo de la perspectiva para representar escorzos y posturas mucho más forzadas y violentas. El uso de las sombras y el juego da las luces permitió dar un efecto mucho más teatral a las obras, consiguiendo un efecto más tétrico, intenso y a la vez exagerado. Con ello, la búsqueda de nuevas temáticas quedaba abierto a la nueva corriente que había surgido. Las representaciones de las clases trabajadoras empezaban a ganar empuje, así como otras representaciones secundarias de las pinturas como los bodegones, los paisajes y los objetos de la vida cotidiana, pronto alcanzarían una fama y popularidad con la que no contaron anteriormente.
El ilustrador Guy Larsen ha sido capaz de dar una nueva vida al concepto del claroscuro. La sombra se ha convertido en el punto de interés de sus recientes obras. Utilizando la sombra de un papel, la plasmación de la misma sobre la mesa le sirve como silueta para poder crear cualquier caricatura que le venga a la cabeza. Y los resultados son realmente divertidos, creativos y originales.
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