Los comics, o mejor dicho, las novelas gráficas, están tomando cada vez más fuerza y se han convertido para muchos en referente e insignia del humor irónico por excelencia. Imágenes potentes y hasta icónicas acompañadas de un breve texto que facilita la lectura y respalda la fuerza de lo visual, todo un arte.
Por suerte, en España contamos con grandes ilustradores que han conseguido alejar la palabra cómic de los escenarios ‘minoritarios’ (si es que alguna vez lo estuvieron) y han conseguido sacudirle el polvo. Porque las novelas gráficas son tendencia.
Una de las novelas gráficas más comentadas y valoradas por la crítica es El Niño Rock, de Sergio Mora. Una historia surrealista con tintes infantiles que aborda el universo adulto desde una perspectiva retro-futurística (ahí es nada), bajo un contexto cotidiano basado en la amistad, el amor, la inocencia, la envidia, la pasión y la superación personal. Un gran acierto.
Otra de las ilustradoras que se ha convertido en una eminencia dentro del mundillo es Raquel Córcoles, más conocida como Moderna de Pueblo. La tarraconense narra anécdotas y vivencias de personajes que se ajustan a estereotipos actuales del postureo nacional, haciendo autocrítica con un gran sentido del humor.
Como tercer ejemplo de artistas que saben hacer arte de los cotidiano es Enric Pardo, autor de la reciente obra La vida es corta y luego te mueres, entre muchas otras. Situaciones reales con las que reír a carcajada limpia sin ningún pudor.
La popularidad de estos y muchos otros ilustradores nacionales no hubiera sido tan contagiosa sin las redes sociales, el quinto poder. Con ellas, más allá de las novelas gráficas nace una nueva corriente cultural que aboga por el arte libre y derrochar estilo propio utilizando diversas plataformas y técnicas. Alfonso Casas, Paula Bonet o Ana Oncina han sabido hacer muy buen uso de ellas, todo un acierto.
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