Los procesos de reconstrucción y restauración de antiguos monumentos arquitectónicos siempre resultan novedosos. Por una parte, recuperar la utilidad de esos edificios puede ser un tema algo conflictivo. Por otra, a veces las restauraciones pueden encontrar problemas adicionales que, a simple vista, no eran detectables. Tanto como lo nuevo como lo viejo tienen que armonizarse para que el resultado siempre sea satisfactorio.
En el caso de la Iglesia de Santa Eulalia, en Girondella, la restauración del edifico ha sido la parte fácil frente a la de adaptarla a su nueva utilidad. Este edificio fue terminado en el 1222, allá cuando el Románico se consolidaba en territorio peninsular y eran símbolo de los nuevos tiempos culturales que estaban impregnando las zonas cristianas de la Reconquista.
Con una planta de una sola nave, una fábrica en mampostería, un único ábside poligonal y una sencilla bóveda de crucería, añadida con posterioridad, la Iglesia de Santa Eulalia era el ejemplo del tipo de construcciones sin artificios de los pequeños núcleos poblacionales que estaban surgiendo por aquel entonces.
En el siglo XXI la funcionalidad de la Iglesia de Santa Eulalia se transforma hacia un papel cultural. La danza, el teatro y la poesía toman el relevo al discurso religioso de esta tipología de edificio. Con ello, la iglesia queda transformada en un centro cultural. No cambia su finalidad artística pero sí su funcionalidad final.
Así, el suelo se transforma en una tarima de madera donde los bailarines pueden moverse y fluir libremente al compás de la música, una escena donde los actores representar sus personajes o los poetas recitar sus versos. Las capillas laterales de la Iglesia de Santa Eulalia se transforman en espacios complementarios de gran utilidad. Además, un sistema de renovación de aire permite que el aire caliente se distribuya por igual por todo el edificio y mantengan una temperatura constante. Y unas grandes cristaleras, abiertas en uno de los muros laterales, permiten un contacto directo con su entorno exterior.
La Iglesia de Santa Eulalia se convierte así en el ejemplo de restauración que conjuga la preservación de lo ya existente y la integración de lo moderno. El estudio de Carlos Enrich consigue que lo espiritual ya no sólo abarque la dimensión de lo meramente constructivo, sino que se fusione en comunión con su finalidad última: lo puramente artístico.
Deja una respuesta