Si existe un término que se niega a ser inmutable con el paso del tiempo es la palabra “imposible”; su significado va transformándose a medida de que el hombre, presa de su vocación trasgresora, quebranta cada uno los límites que se le imponen. En ocasiones esa barrera es la dificultad para convertir en tangible, palpable y materializable esa idea que vaga por la mente guiada por una inspiración más conceptual que física. ¿Cómo plasmar esas figuras imposibles, esas sinuosas formas y esos complicados ángulos que se recrean en la imaginación de los creadores sin posibilidad de encontrar un material que les haga perceptibles a la vista ajena? Esta imposibilidad se desvanece hoy para los artistas gracias a las impresoras 3D y a la tecnología de impresión tridimensional.
Consideradas por muchos como el fenómeno revolucionario de este año, las impresoras 3D, si bien inventadas hace décadas, han experimentado un impulso que las hace ya imprescindibles en los campos de la medicina, ingeniería e incluso matemática. No obstante, y como contrapeso a esta euforia inicial, sería preciso reflexionar sobre los cambios que entraña su uso, al igual que ha ocurrido con todo nuevo soporte que implica mayor sencillez y capacidad para clonar objetos: implicará cambios drásticos no sólo en el consumo y mercado de productos sino también la vida diaria así como en el diseño y la creación artística en el futuro.
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A pesar de que se trata de una técnica aún incipiente en su aplicación en el arte, no son pocos los artistas que, dada su característica esencia visionaria, han sido capaces de ver más allá de la mera utilidad funcional de estas máquinas para concederles el don de germinar vida a pesar de su carácter inhumano. Basta diseñar la idea para que, como por arte de magia, poco tiempo después contemos con dicha obra en nuestras manos.
Debido a su capacidad para exaltar la belleza de la destrucción, inmortalizar en silencio momentos sublimes y subyugar lo que en esencia es incontrolable, el artista Eyal Gever se configura como uno de los principales exponentes del arte en 3D. Su proceso creativo surge de la simulación tridimensional de procesos en desarrollo que posteriormente transforma en momentos escultóricos. El punto de partida de este artista es la colisión de conceptos radicalmente opuestos: movimiento y reposo, control y libertad, rigidez y elasticidad… conviven en armonía en sus esculturas en las que resuena la fragilidad de la vida.
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“Artista, escultor, músico, aventurero digital, arquitecto de la imaginación, creador de problemas…», así se define Joshua Harker a sí mismo en su web. Este artista estadounidense -pionero en la impresión 3D en arte y escultura- es uno de los creadores más reconocidos a la hora de materializar esculturas imposibles. Tras sus obras Crania Anatómica Filigre y Anatómica di Revolutis, su última creación en 3D, Quixotic Divinity, ensalza el simbolismo de los adornos humanos y, para ello, se ha inspirado en las máscaras y adornos ceremoniales asiáticos, africanos y latinos, entre otros. Su minuciosidad es fiel reflejo del detalle que es capaz de plasmar este tipo de tecnología cuando es dominada por un artista de su calibre.
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Neri Oxman, arquitecta y profesora de Media Arts and Science en el MIT Media Lab (Instituto de Tecnología de Massachusetts dedicado a la investigación en la convergencia del diseño, la multimedia y la tecnología) es una experta en esculpir obras tridimensionales, muchas de las cuales alberga el MoMA de Nueva York en su colección permanente. Esta artista ha dedicado su carrera a explorar la intervención de las tecnologías de diseño digital en la materia y el medio ambiente.
Las esculturas de Kevin Mack se basan en el uso de una multiplicidad de herramientas y procesos digitales: combina las tecnologías más innovadoras con las técnicas tradicionales. Por su parte, el belga Nick Ervinck se apoya en la exploración para crear esculturas inspiradas el cuerpo humano tan complejas que tan sólo es posible hacerlas realidad a través de esta técnica.
Afortunadamente, el hecho de que la humanidad conviva a diario con ese carácter fluctuante de la vida aún no ha mermado nuestra capacidad para sorprendemos cuando somos testigos de la magia: ver cómo lo imposible deja de serlo, en esta ocasión, gracias a estos desafiantes creadores y a la tecnología que se pone al servicio del arte más original e imaginativo.
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