En un lugar situado en el Báltico se instalaron, hace ya algunos siglos, un pueblo al que se le denominó como Balto. A lo largo del tiempo fue tomando fuerza y estableciendo contactos con los países nórdicos, germánicos y eslavos que lo rodeaban hasta que finalmente se constituyó con el nombre de Lituania. Las influencias externas unidas con las nativas de estos primitivos pueblos fueron creando una personalidad y carácter único. De esas tradiciones nativas se conservan ciertos nombres medievales que aún hoy en día siguen en uso. El artista de hoy proviene de este lejano país y tiene nombre de un gran soberano medieval que supo hacer reformas administrativas, religiosas y territoriales para dejar las sólidas bases de este pequeño lugar.
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Gediminas Pranckevicius se dedica al diseño digital aunque su verdadera pasión es la pintura al fresco. Hay que recordar que la tradición pictórica lituana está bajo la influencia de las tradiciones artísticas polacas y rusas. En la actualidad, en el arte polaco, en general, predomina cierta incertidumbre o desconexión artística con el resto de los países occidentales, lo que hace dudar muchas veces de la brillantez de sus trabajos y artistas. En la pintura polaca predominan los temas religiosos de fuerte pietismo, el arte crítico, la naturaleza y la poética de la provocación. También ha sabido absorber la influencia de culturas externas al resultar uno de los países europeos más atractivos para los extranjeros. Pero la tradición iconográfica bizantina ha sido tan fuerte en este país que el colorido y la luz que muestran la mayoría de sus artistas sigue vigente gracias a día de hoy. Y ese interés por la naturaleza, el colorido y la luz se muestra en la obra de Pranckevicius.
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Rusia también tiene una fuerte tradición bizantina en su pintura heredada de la Edad Media, cuando los iconos se pusieron de moda imitando los que ya se realizaban en Bizancio. A pesar de la influencia europea en las artes, hay dos elementos característicos de la pintura rusa que son las miniaturas y la llamada pintura folclórica. Las primeras resultan obras delicadas, laqueadas y de temas populares, mientras que la segunda recoge la obra de aquellos artistas que desarrollaban sus trabajos fuera de lo marcado por la Academia. Así, Gediminas conserva el gusto ruso por la miniatura y el desarrollo de temas poco convencionales.
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Y son los temas predominantes en sus ilustraciones los que pueden resultar sorprendentes. La naturaleza se convierte en el elemento principal en la mayoría de sus obras, pero domesticada a través de su propio intelecto. Paisajes que parecen imaginarios, donde se pueden contar dos o tres historias al mismo tiempo, enlazan en un mismo espacio pero no tienen nada que ver entre sí. A veces se entremezclan con elementos urbanos, casas de madera típicas de la cultura báltica o incluso ciudades medievales que surgen de improvisto en la naturaleza. Su capacidad narrativa no tiene límites y en ello reside la fuerza de su creación.
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La fantasía también inunda muchas de sus obras en formato infantil, con animales que cobran vida en modo sarcástico e incluso irónico. A veces, pone el mundo del revés llamando a la provocación para captar la atención del espectador. Otras, recurre a la sonrisa fácil con personajes entrañables y situaciones cómicas. En todas ellas, el elemento surrealista queda expuesto de forma armónica, suave y detallista reclamando su minuto de gloria en la retina del observador.
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