¿Cuántos halagos o críticas positivas haces a la semana a las personas de tu entorno? ¿Cuántas veces les transmites (de forma directa o indirecta) aquello que no te gusta o que te molesta de ellos? ¿Cuántas veces señalas defectos o realizas críticas negativas?

Las relaciones más saludables y satisfactorias tienen como base fundamental común el reconocimiento de lo positivo en las personas que comparten tu día a día, entre otras. Sin embargo esto requiere de trabajo personal, es necesario tomar conciencia para no caer en la ‘rutina de lo feo’: la falta de valoración y reconocimiento en aquello que es, o hace, la persona que tenemos al lado.

El lenguaje libera y encarcela

En las relaciones diarias existe el peligro de normalizar o dar por hecho lo positivo. El problema viene cuando, además, acabamos verbalizando con mucha más frecuencia lo que nos desagrada, construyendo dinámicas donde el foco se expresa y se coloca sobre aquello que no nos gusta.

Esta forma de funcionamiento no sólo se manifiesta en círculos pequeños o familiares, sino que acaba exponiéndose y manifestándose de forma más contundente a nivel social. Y viceversa. Cual pez que se muerde la cola.

¿Tendría esto consecuencias sobre la educación de las nuevas generaciones por ejemplo?

El otro día os hablábamos en Malatinta precisamente sobre el bullying. Hoy, seguimos reflexionando sobre la importancia de comunicarnos de forma positiva, de lo importante que es la manera en la que construimos relaciones.

Os presentamos el experimento social de Netflix con una clase de adolescentes para la promoción de ‘Por 13 razones‘.

¿Cuál es la importancia de las palabras que elegimos para definir a alguien? ¿Qué tipo de emociones genera en nosotros? ¿Cómo nos afecta?

¿Qué está ocurriendo para que estemos más preparados o acostumbrados a recibir la crítica negativa que el halago?

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