Hogueras, fuegos artificiales, rituales mágicos son algunos de los principales atractivos para la noche de San Juan, para dar la bienvenida al solsticio de verano. Pero si bien hay muchos ritos alrededor de esta fiesta, uno de los más dulces es, sin duda, degustar la tradicional coca de San Juan.

Nacida en el siglo XIII y de origen catalán, su creación es debida al momento en el cual, las amas de casa elaboraban el pan, el que no había subido, se aprovechaba para cocerlo, endulzarlo con azúcar y sirviéndola como postre; así nacía la denominada coca desnuda.

Aunque tradicionalmente, la coca original no tenía nada más allá que harina y azúcar, con el paso del tiempo se le fue añadiendo diferentes condimentos para hacerla aún más apetecible: fruta confitada, crema, chicharrones o cabello de ángel han sido los productos estrellas para acompañarla, pero no por ser los más tradicionales son los menos degustadas ya que, son los que más salida llegan a tener entre los consumidores.

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También se vienen degustando las cocas con diferentes licores, como la de anís, típica en la zona de Osona, Cataluña; la coca con almendras o coca de Castellón, de denominación de origen de Castellón de la Plana o la coca de albaricoque típica de la zona de Aragón.

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Pero, como todas las tradiciones, también están hechas para romperlas y en la innovación está el gusto y así las realizan en la pastelería Ochiai que se atreven a realizar una coca rellena de crema de té verde matcha y cremoso de yuzu o la coca de tiramisú de la escuela Hofmann. Aunque también podemos encontrar, entre estas maravillas, la coca de piña y cereza o, para los más golosos, la de chocolate y mermelada de fresa.

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Sea cuál sea tu preferencia culinaria, encontrarás una coca que se adecuará a tu paladar para saciar tu lado más dulce.