Añadir profusión a las formas limpias y sencillas es todo un reto para la destreza artística, sobre todo cuando el lienzo se caracteriza por la fragilidad y por la suma ligereza, como la cáscara de un huevo. Símbolo de fertilidad, también rinde culto a la creatividad bajo la mano de artistas que han demostrado contar con una extraordinaria habilidad para realizar tallas en esta curiosa superficie.
Si bien el huevo ya ha sido objeto sobre el que plasmar virtuosas decoraciones, sobre todo en Pascua, tal y como ha os hemos mostrado, es cierto que también se ofrece a otros artistas como material – un tanto inusual- en el que esculpir artificiosas tallas. Lija, pegamento, pinzas, palillos de dientes, ornamentaciones… muchos son los elementos que usan estos creadores para ofrecer verdaderas obras de arte en forma de huevo.
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Muchos son los ingredientes culinarios que los artistas eligen utilizar para materializar sus exquisitas creaciones, como ya pudimos comprobar con el vino, pero este excepcional material destaca por la inconsistencia a la hora de ser manipulado. Cuanto más detalle tenga la obra, más facilidad existe de que la pieza se quiebre y, una vez, existe un error, tiene difícil arreglo. Y es precisamente éste el motivo de que resulten tan admirables todas estas obras.
Quizá lo más curioso de este proceso creativo es comprobar cómo una forma tan simple, tan perfecta y tan homogénea puede esconder bajo dicha apariencia sorprendentes esculturas. La belleza que transfieren estos artistas a las cáscaras del huevo: algo que se quiebra bajo nuestras manos sin muchos miramientos en nuestra cocina a diario- implica horas de arduo trabajo y precisión.
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Christel Assante es la artífice de algunas de las más bellas creaciones en este sentido. Aunque sus preferidas son las cáscaras de huevo de ñandú y de avestruz, también ha utilizado las de ganso o pato para mostrar una increíble habilidad que ha forjado de forma autodidacta y a base de paciencia ya que algunas de ellas le ha llevado más de una semana. Esta artista francesa utiliza una herramienta de precisión recubierta de diamante para realizar sus obras. Geishas, dragones… han surgido con rotundidad desde la ligereza de sus estructuras talladas.
Para Carina Charlton, la musicalidad que esconden estas piezas es la clave en sus obras, mientras que los ‘huevos de encaje victoriano’ es la especialidad de Beth Ann Magnuson, quien también se arriesga con los de codorniz. A mano, talla complicados patrones que pinta ella a misma a mano sobre este poco ortodoxo material gracias a un taladro de alta velocidad y a su increíble destreza.
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El artista chino Wen Fuliang se dedico a este curioso material una vez fue despedido como tallador de madera. Una vez dibuja su diseño sobre la cáscara de un huevo de pollo, ganso o pato, vacía la yema del mismo con la ayuda de una jeringuilla y comienza a dar vida a sus intrincadas obras, como la mítica Dayan Pagoda de Xian.
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Gary LeMaste ofrece en su web un sinfín de piezas caracterizadas por complejas formas imposibles. El ‘escultor de huevos’ como se denomina en su web, es un dibujante que un día saltó de la pluma y el carboncillo para esculpir cáscaras de huevo. Como una óptima fusión entre tradición eslovena y contemporaneidad, Franc Grom también se ha centrado en tallar bellas esculturas en miniatura con numerosos y diminutos huecos que realiza con un taladro dental eléctrico. Mientras el pase de diapositivas que acompaña ilustra, algunas de sus esculturas rinden estas inspiraciones muy realista; otros toman los diseños en una dirección más contemporánea.
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Flexibilidad, textura, fragilidad, paciencia y sutileza son las claves de estas bellas obras, cuya belleza es aún si cabe más destacada gracias al contraste de luces en su interior que añaden algunos de estos artistas. Antes, parte de un ingrediente y elemento nutritivo muy presente en nuestra cocina, y hoy, base de increíbles composiciones esculpidas a mano, el huevo muestra su lado más artístico – esta vez no culinario- a través de estas originales obras.
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