Intentar mostrar la realidad y capturarla con la mayor precisión y exactitud posible. Sin duda alguna, éste fue el sueño de la mayoría de los pintores que, a lo largo de los siglos, se las ingeniaron para buscar materiales y técnicas hasta conseguir lograr un paso más hacia la representación de la ansiada “realidad” sobre el lienzo o cualquier otro soporte. Gracias al descubrimiento y uso de la llamada “cámara oscura” desde el medievo, el camino trazado por la pintura iba a tomar un giro inesperado. Lo único que faltaba era dedicarle horas de investigación para desarrollar este curioso instrumento óptico con el que los pintores podían reproducir imágenes reales sobre papel y sacar bocetos de arquitecturas o paisajes que luego llevarían sobre lienzo. Sólo la aparición de los materiales fotosensibles a la luz permitiría dar el paso definitivo y necesario para que naciera la cámara fotográfica.

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Mucho tiempo ha transcurrido desde la aparición del primer procedimiento fotográfico, creado por Niepce y patentado por Daguerre, que necesitaba horas y horas de exposición solar para tomar  una imagen de la realidad. En la actualidad, es impensable posar durante una hora para poder obtener una fotografía de un paisaje, de un monumento o un retrato. Basta con presionar ligeramente el botón de disparo de una cámara fotográfica o un dispositivo móvil para conseguir una instantánea en unos segundos.

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Sin embargo, Michael Goh tiene que obtener las condiciones necesarias para poder disparar su cámara y obtener imágenes como las que aparecen a continuación. Para ello, no duda en explicar el proceso completo que le ha llevado a obtener esa instantánea y compartir su trabajo y su interés por explorar constantemente con diferentes técnicas, juegos de luces y texturas en su blog.

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Ante todo, llama la atención el uso de las técnicas HDR aplicadas mediante software a la imagen y que consigue capturar los tonos de luz y oscuridad que dan esa sensación de belleza sutil a la vez que sublime y que la cámara por sí sola no es capaz de captar. Tonalidades de cielo imposibles pero a la vez bellas y maravillosas son conseguidas gracias a esta técnica, aunque resultan un tanto irreales para el espectador por la nitidez con la que son plasmadas.

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Los cielos nocturnos no dejan de sorprender tanto por los juegos de enfoque y movimiento, que logra capturando imágenes durante más de dos horas del cielo estrellado y con una luna llena a una determinada altura para que permita obtener una iluminación adecuada a la hora de tomar las fotos. El movimiento lo consigue siguiendo el proceso natural de rotación que siguen las estrellas, marcando el rastro mediante el uso de más luz y color. El resultado es una espiral de luz mágica que transporta al espectador como si de un viaje intergaláctico se tratase.

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Una fotografía donde diferentes tratamientos expositivos consiguen transportar al espectador dentro de la imagen y recrearse en cada detalle de la misma pero que, a la vez, le lleva más allá del mismo para proyectarle hacia el Universo, hacia la totalidad, y rebautizarla con el nombre de “astrofotografía”.