Con la llegada del verano, el calor y la búsqueda de un lugar para recuperar la energía y la tranquilidad se convierten en la prioridad de la mayoría de los seres humanos. Desde la playa pasando por la montaña y el turismo de interior, cualquier plan o idea es válida para poder tomarse unos días de descanso y buscar la armonía y el sosiego que se pierden por el desgaste diario. Desde muy antiguo, el uso de lugares balnearios a lo largo de nuestro país han sido empleados con esta finalidad. En España, la impronta de las termas romanas y poco después, en el medievo, la llegada de los pueblos árabes y la influencia judía trajo consigo la proliferación de baños públicos en todas las ciudades. Sólo la llegada de la terrible epidemia de Peste, que asoló toda Europa, fue la única capaz de detener ell auge de estos establecimientos. Hasta el siglo XVIII, no se volverá a desarrollar en nuestro país un interés patente por los lugares balnearios y sus propiedades terapéuticas.
Fue durante el reinado de Carlos III cuando se empiezan a construir los edificios balnearios como los conocemos hoy en día. La nobleza se sintió muy atraída por este tipo de ocio que denotaba un nivel social y económico por encima de lo normal. A partir de entonces, sobre todo en el siglo XIX, los más prestigiosos arquitectos intervenían en la construcción de estas amplias instalaciones y, gracias a la mejora y ampliación de los conocimientos médicos y sanitarios, se convirtieron en los lugares de descanso por excelencia. Si a ello se une la incorporación de salas de baile, casinos, pabellones, teatros, salones… a estos amplios complejos y una actividad de promoción y publicidad nunca antes visto, el resultado es una máquina de hacer dinero para atraer más el capital que al enfermo.

Sin embargo, la Guerra Civil dio al traste con este motor económico, que junto con la aparición de la industria farmacéutica acabó definitivamente con ello. La mayoría de estos edificios se reconvirtieron en sanatorios, centros de salud o residencias de todo tipo. En la actualidad, la cultura actual ha vuelto a poner de moda estos centros que buscan dar bienestar y hacer recuperar la salud y la tranquilidad a sus huéspedes. Hoy Malatinta trae algunos de estos centros que, por sus peculiaridades constructivas, merecen que se le dediquen unas líneas.
Fuera de las fronteras europeas, se encuentra una sauna excavada a orillas del lago Huron, en Sans Souci (Canadá), un emplazamiento majestuoso en un paisaje que recuerda el perfecto equilibrio entre hombre y naturaleza por explorar. El equipo de PARTISANS ideó la construcción de este habitáculo dentro de una gruta que enlazara con la idea de una cueva artificial desde donde se contempla el escenario exterior mientras se disfruta de unos minutos de calor en su interior, como se viene haciendo en las salas termas desde época romana. La unión entre pasado y presente queda reflejado en la utilización del sistema de sauna, muy parecido al que se utilizaba en Roma, y en la integración del individuo en el lugar donde se hospeda a través de los grandes ventanales que lo unen con el paisaje.
En Alemania, ser encuentra un establecimiento balneario enclavado en pleno corazón bávaro. Neumarkt in der Oberpfalz es una de las zonas de mayor peso histórico al remontarse en él asentamientos de época neolítica y los primeros de origen celta, así como una preciosa panorámica del castillo Wolfstein. Este pasado cultural y unos paisajes agrestes de gran frondosidad hacen que sea el lugar idóneo para pasar unos días de tranquilidad y reposo. El complejo, bautizado como Fitnesspark, es un espacio abierto al exterior gracias a amplios ventanales y cristaleras que hacen que el visitante se sienta en contacto directo con la naturaleza. El suelo consta de un sistema radiante para dar calor en invierno y techos refrigerados para hacer más agradable la estancia durante el verano. El mobiliario artesano es de gran calidad y los colores están especialmente seleccionados para crear determinados ambientes en el interior. Un gimnasio, spa y cafetería complementan la oferta de este increíble lugar.
En plena naturaleza austriaca, se encuentra el balneario de Bad Schallerbach. A orillas del río Trattnach se realizó la reconstrucción de un antiguo edificio para ampliar las instalaciones del centro de salud que ya existía y mejorar sus equipamientos. Entre los materiales que se han utilizado se encuentran la pizarra, la piedra y la madera, siendo la madera de roble el más utilizado para la realización del mobiliario interior. Un sistema de renovación energética sirve para la regulación térmica del lugar, empleando poca energía para garantizar el máximo confort en el edificio. Todo ello contribuye a garantizar la calidad de su construcción y junto a un amplio programa de actividades le convierten en uno de los lugares de descanso por excelencia.
Las antiguas instalaciones de un baño turco del siglo XVI son las que dan lugar al complejo hotelero y spa Racz Thermal Bath en Budapest, Hungría. Las propiedades terapéuticas, termales y medicinales de estas aguas se conocían desde hacía siglos, gracias al calcio, magnesio, sodio y los iones de flúor que contienen. La remodelación que se llevó a cabo en el edificio recuperó el esplendor y decoraciones árabes que un día albergaron, así como el estilo historicista de la ampliación que sufrió durante el siglo XIX, mimetizado, a su vez, con la reconstrucción actual y un estilo más contemporáneo. Todo ello hacen que sea uno de los lugares vip por excelencia de la capital húngara para buscar paz y sosiego.

Para terminar, en Chianciano (Italia) se encuentra uno de los lugares donde equilibrar mente, cuerpo y alma es el principal objetivo de esta edificación. El proyecto se ha concebido siguiendo los principios de la medicina ayurveda que utiliza el antiguo conocimiento holístico para organizar los cinco elementos de la Tierra para equilibrar las energías del ser humano. No sólo eso. Además, para su construcción se emplearon materiales ecológicos y el edificio fue diseñado bajo el principio de sostenibilidad, empleando paneles solares para la producción de agua caliente para los baños y duchas, calefacción radiante en suelo y paredes, iluminación de bajo consumo, así como el empleo de luz natural para iluminar el interior. Nunca antes el pasado histórico y termal del Imperio Romano había vuelto a renacer con tanta fuerza en clave moderna y con una decoración y estilo actual que sorprende y llama la atención a los sentidos.
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