Pocos artistas se atreven a convertir su obra en un auténtico periplo de la vida. Pintura, vídeo, fotografía, videoinstalación, cientos de formas, maneras y técnicas, en las que Jose Luis Serzo es capaz de mostrar una «realidad» enmascarada bajo un relato que nada tiene que envidiar a los grandes de la literatura fantástica. Creador de historias que llevan al espectador a cuestionarse el periplo de la vida. Obras que bajo una máscara de irrealidad infantil, obligan al espectador a hacerse la temida pregunta. ¿Todo ha merecido la pena?.
Un artista multidisciplinar que gracias a su alter ego Blinky Rotred, más bien conocido como el hombre cometa, consigue crear series en las que somete al incansable protagonista a sufrimientos y viajes sin retorno. Un personaje que ayuda a la reflexión a través del concepto de arte total. En la entrevista realizada para el Guateque, Serzo declaraba: «Construyo relatos que acompaño de pintura, escultura, fotografía, video, videoinstalación, cualquier tipo de disciplina que me ayude a que ese relato vaya tomando forma. Todo tiene un leitmotiv de contar historias positivas a la que la gente pueda tener accesibilidad, utilizar todo lo que he ido aprendiendo, para precisamente culminar el único fin de la cultura que es comunicar, y que yo creo que en el arte contemporáneo esa especie de comunicación se ha ido hermetizando cada vez más. Se ha ido cerrando para sí mismo«.
El hombre cometa es una de sus dos grandes series artísticas que «van creciendo con el tiempo y los años», dos series que ayudan al artista a explicar y representar el objetivo final del arte contemporáneo, la comunicación. Un mundo paralelo sin tiempo definido, en el que la suma de multitud de influencias consiguen construir su obra. Influencias odiadas y a la vez respetada por el artista. Una inspiración en la que la pintura flamenca y el renacimiento alemán, el barroco español, los simbolistas y románticos decimonónicos; con el cine de Fellini o con Kabakov, Paul Thek o Kai Althoff consiguen conformar sus historias. Series en las que el positivismo queda impregnado en cada una de las pinceladas de Serzo, aún sometiendo al protagonista a todo tipo de periplos insufribles. The Welcome es la segunda gran serie, en la que Serzo va creando, construyendo y deconstruyendo diferentes personajes que le ayudan a crear el concepto de «lo bienvenido».
Escritor de relatos
Cada una de sus trabajos forman parte de una serie en la que los personajes adquieren vida, sentimientos y experiencias propias, que gracias a sus micro relatos vamos conociendo y adentrándonos aún más en la obra. Relatos que consiguen sumar, en lugar de restar y hacer perder la calidad artística. En definitiva, «un complemento que funciona».
¿Escritor frustrado?, quizás, aunque en declaraciones para el guateque: «No me siento capacitado realmente para ser escritor, sería un intruso. Una vez me invitaron a participar en la revista Eñe, editada por la fábrica, en el número que se llamaba Intrusos artistas que escriben, yo era de los benjamines, ya que estaba con artistas que tienen una vena literaria que destaca muchísimo. El editor en este caso conocía mi parte literaria y pude escribir mi relato. Quedó muy bien, quedaron muy satisfechos. Ese fue de algún modo el intrusismo que hice en el mundo de la literatura, no me siento capacitado para valerme solamente de relatos.»
Una obra que no exige tener formación
La eterna pregunta de todo espectador de a pie: «¿Tendrá significado?, solo veo rayas y manchas». Esta preocupación, alias pánico, que intimida a cada espectador que no tiene una formación artística especializada, lleva al miedo e incluso al rechazo por acercarse a un museo o a una galería de arte. Problema que preocupa, y mucho a Serzo que intenta romper con ello: «Parece que el arte, es el único que te exige tener una formación para entender a qué se está refiriendo, que guiño hace. No sé si es el contexto de la galería que separa o que realmente sube al pedestal, no se qué pasa». Un problema que está provocando que galerías y museos queden restringidos a un único público, sin llegar a toda la sociedad y todos los públicos, dejando de lado su auténtico fin, según Serzo, «la comunicación».
La historia más bella jamás contada
Una serie en la que ninots, naufragios, capitanes lisiados y un largo camino existencial conforman una instalación y obra pictórica en la que Serzo nos lleva a analizar nuestra vida. Una obra formada por una balsa, que en la mayoría de las culturas sirve de vehículo espiritual, ayuda a representar ese transporte que nos lleva a navegar entre dos mundos llegando a formar parte del viaje de nuestras vidas. Unos ninots que representados como marionetas de un poder superior y colgadas de hilos como meros juguetes de un mundo controlado, adquieren el simbolismo humano.
Una instalación en la que la iluminación y el expresionismo adquiere un importante protagonismo y ayudando a que el final del camino que nos ofrece Serzo sea un momento de clarividencia personal. Un final, en el que una estrella iluminada junto a la frase «La historia más bella jamás contada» invita a que cada uno de nosotros busquemos el final de nuestra propia historia. Una historia, que según el propio artista » que al final de esta vida que tienen montada, de todo este gran tinglado, esta especie de carnicería que hemos montado nosotros mismos, haya servido para algo, o por lo menos para encontrar esa especie de final en el que todo tiene sentido, donde los sufrimiento han tenido sentido.»
Un Serzo multidisciplinar, reflexivo y creador que obliga a poner los 5 sentidos en cada uno de sus trabajos, que aparentemente sencillos, divertidos e incluso ‘infantiles’ llegan a transportarnos a un mundo de análisis en el que nuestra vida, pueda o no, tener un sentido.
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