Hoy no está todo escrito, no hay nada mejor que arriesgarse y creer en lo que uno hace. Vivir. Tirarse a la piscina y, ante todo, defender y saber que el arte es una de las pocas cosas en la vida, en las que uno se puede tomar todas las licencias para crear, destruir y reflejar su propia visión del mundo. Cubismo, surrealismo, hiperrealismo, modernismo, y así podríamos tirarnos todo el día con todos los «ismos» que durante décadas e incluso siglos han marcado el qué se debía hacer en el mundo de la creación artística y, sobre todo, en la pintura. Por suerte, el arte contemporáneo es algo más, es experimentación. Libertad. Fusión. Una tendencia hacia un tipo de arte sin «sujeciones» ni obligaciones que presentan a jóvenes artistas a los que no les da miedo el qué dirán y, eso, es lo que os presentamos hoy.
Colores fluorescentes que dan vida a unos retratos que parecen interactuar con el espectador, consiguiendo crear una particular intimidad entre el público y la obra. Emociones captadas hasta el más mínimo detalle en los que curiosos y «críticos» se pierden para sentir y dejarse llevar por la mágica obra de Jen Mann. Afincada en Toronto, Jenn ha conseguido que su trabajo cruce el «charco» para mostrar que no tiene miedo a nada. Su serie ‘Strange Beauties’ «es el reflejo de las ilusiones, los sueños, la inocencia y la alegría de la infancia», un estudio de la belleza humana y sus márgenes. Unas imágenes surrealistas en los que el amor y la propia dualidad humana se hacen protagonistas de la obra.
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