¿Tienes hambre? Si la respuesta es afirmativa, no leas este artículo porque, por mucha tentación que susciten, por mucha gula que nos generen estas creaciones culinarias a simple vista, nunca jamás podremos degustar estos más que apetecibles platos. Todos ellos existen tan sólo -y lamentablemente- en dos meras dimensiones. El culpable de este creador de deseos gastronómicos y nunca culminados es Tjalf Sparnaay, un pinto hiperrealista que se ha propuesto engañar a nuestros ojos y cautivar a nuestro paladar a través de ellos.

En diversas ocasiones hemos hablado de cómo estos artistas centrados en retratar con todo detalle y la realidad logran plasmar con total fidelidad la realidad culinaria que existe fuera del lienzo, como Doug Bloodworth y sus obras en torno a las golosinas y el cómic; en este caso, el holandés Sparnaay ha alcanzado con sus lienzos la precisión de una fotografía con su, tal y como él define,  ‘megarealismo’,  un movimiento de que este artista es su principal exponente.

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La fotografía es su punto de partida para la inspiración pero también lo es para su realización y culminación posterior ya que basta contemplar durante algunos segundos sus obras de arte para comprobar que sus pinceladas al óleo logran alcanzar estos retazos de realidad con total detalle e impecable habilidad sobre el lienzo.

Bolsas de patatas angulosas, apetitosas hamburguesas, bocadillos cuyo pan se resquebraja con suma minuciosidad, latas de refresco pisoteadas que invitan a ser tocadas…   cualquier objeto habitual se convierte en toda una musa de la cotidianidad. Todas aquellas imágenes que nunca habían sido protagonistas de una obra artística adquieren bajo las manos de Sparnaay toda la importancia inspiradora.

La originalidad se fusiona con la diversión en sus obras pero también en ocasiones con un espíritu clásico a través de una habilidad que logra mayor relevancia aún si tenemos en cuenta de que se trata de un pintor autodidacta.

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Para Tjalf Sparnaay, la experimentación de la belleza de la realidad y descubrir la esencia de los objetos es su objetivo cuando realiza sus pinturas, algunas de las cuales han alcanzado precios que superan los 55.000 dólares.  Galerías y salas de arte alrededor de todo el mundo – New York, Londres, Países Bajos…- conocen sus obras que han suscitado una gran atención entre coleccionistas y museos.

Colores, formas, brillos… cada aspecto de su técnica en sus obras es digno de admiración ya que son tan precisos que hace creer al espectador que está viendo una fotografía de alguna creación de arte culinario de un restaurante. Jamás podrás hincarles el diente a estos platos… pero sí admirar la habilidad y la belleza de sus obras.

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