Algo debe de suceder en Dinamarca, para que año tras año los daneses se consideren los más felices del mundo. El estado de bienestar nórdico sería la respuesta más fácil. Pero es que Dinamarca despunta también entre los Nórdicos. El secreto podría estar en el Hygge, que se va convirtiendo en algo así como un nuevo fenómeno global en busca de la felicidad más cotidiana y cercana. Incluso los lingüistas dan distintas versiones del significado de la palabra hygge (o hyggelig, cuando es un adjetivo): “el arte de crear intimidad”, “confort del alma”, “ausencia de molestias”, “unión acogedora”.
Mi definición favorita es “una taza de cacao a luz de las velas”, nos cuenta en Madrid Meik Wiking, autor del libro Hygge: la felicidad en las pequeñas cosas (editado por Libros Cúpula). Es también fundador del Instituto de Investigación sobre la Felicidad en Copenhague.
El Top 10 de lo que los propios daneses consideran hygge es: bebidas calientes, velas, chimeneas, Navidad, juegos de mesa, música, vacaciones, dulces y tartas, cocinar, libros. El hygge es “humilde y lento”, prima lo rústico a lo nuevo y lo sencillo a lo elegante.
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“Puede funcionar como un desencadenante de la felicidad en el día a día. El hygge nos da el lenguaje, el objetivo y los métodos para planificar y preservar la felicidad, y para experimentarla un poco todos los días”, cuenta Meik en su libro que ya es un fenómeno traducido a más de 25 idiomas.
¿Cuál es la base del hygge?
Los ingredientes fundamentales son la gratitud, la relajación, el estar juntos. Luego éstos se manifiestan en cómo crear un espacio bonito en casa o una atmósfera acogedora.

¿Los daneses son más felices por el estado de bienestar o por practicar el hygge?
Todos los países nórdicos están en el top 10 de 157 países en cuanto a considerarse felices. Es debido a la política, la democracia, la tolerancia, la libertad. El estado de bienestar es sin duda el principal factor, pero esto no explica por qué Dinamarca se desmarca de los demás países nórdicos y siempre está en primer lugar. Por eso empezamos a estudiar el efecto de Hygge.
¿El hygge tiene algo que ver con otro de los fenómenos globales, el mindfulness?
Mucha gente hace meditación y yoga pero no estoy seguro de que lo consideren similar al hygge. Para nosotros el hygge es algo que todo el mundo hace, y el mindfulness es como un estilo de vida que uno elige.
¿Se puede enseñar la felicidad en la escuela?
Hay tres categorías principales que afectan a la felicidad. La primera es la genética, hemos nacido más o menos felices y los genes también afectan los trastornos mentales, la depresión, la ansiedad. La segunda es la situación de la ciudad y el país en el que vives, dependiendo de si hay oportunidades iguales para hombres y mujeres, seguridad social, sanidad universal. Por eso los países nórdicos son los más felices del mundo ya que reducen la infelicidad extrema. Los menos felices son Siria y Afganistán donde hay mucha pobreza y guerra civil. La tercera categoría es el comportamiento, que tipo de elecciones tomamos, cómo pasamos nuestro tiempo. Algunas cosas no podemos cambiarlas, otras podemos cambiarlas con el tiempo y otras, sin embargo, las cambiamos en el momento. Sobre todo, lo relacionado con nuestro comportamiento y actitud se podría enseñar en la escuela y enfocar no sólo en las aptitudes académicas, sino en las sociales y vitales.
¿Tiene alguna relación el hygge con la espiritualidad y la religión?
No creo, al menos como lo ven los daneses. No somos muy religiosos, de hecho la gran mayoría de los daneses son ateos.

La comida hyggelit no parece especialmente saludable.
No, para nada (se ríe). No podemos esperar pronto una dieta basada en el hygge. Comemos mucha carne, dulces, tartas, azúcar. La razón por la cual los daneses no son tan obesos como se podría esperar por su dieta es que van mucho en bicicleta. Más de la mitad de la gente en Copenhague va en bici al trabajo todos los días.
Comentas también el “lado oscuro” de tanta felicidad. Los casos de suicidio en Dinamarca no son especialmente bajos.
Es cierto que Dinamarca está en la mitad de la lista de suicidios. De entrada, deberíamos estar en la cola. Creemos que se debe a que es más difícil no ser feliz en una sociedad predominantemente feliz.
¿Es exportable el hygge en otras culturas y entornos?
Creo que mucha gente ya lo está practicando, a veces sin saberlo. Simplemente ahora lo ven de otra forma más consciente y enfocada. A todas las personas nos gusta relajarnos, pasar tiempo con amigos y familiares. La diferencia es que en Dinamarca tenemos un término para esto y toda una cultura alrededor.
¿Cómo se puede aplicar a momentos personales más duros?
En estos casos, no creo que el hygge tenga que tener un papel importante. Las personas tenemos el derecho de perseguir la felicidad, pero también tenemos el derecho de estar infelices a veces. Nuestras vidas implican pérdidas, corazones rotos, enfermedades, fracasos. Es algo por lo que cada persona pasa y no podemos saltárnoslos, hay que considerarlos parte normal de nuestra vida. Los altos niveles de felicidad constante no existen.
Comentas que Facebook no es muy hygge. Entonces el progreso y las nuevas tecnologías, ¿están fuera de esta cultura?
Probablemente con el tiempo la cultura cambiará y la tecnología y las redes sociales podrían estar incluidos, pero de momento hay un fuerte elemento nostálgico por una vida más lenta y simple.
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En vuestro Instituto de Investigación de la Felicidad, ¿de qué forma estudiáis la felicidad, siendo un terreno tan subjetivo?
Desgranamos la felicidad en diferentes aspectos y la analizamos como si fuera la economía por ejemplo. Una de las dimensiones más importantes que analizamos es la satisfacción general con tu vida, que es diferente del “cómo me siento ahora”. Puedes tener una mañana extremadamente miserable y todavía tener una percepción general positiva de tu vida, o al contrario. Pero sin duda, si todos los días tenemos muchos malos ratos, esto afectaría tu percepción general. Otra dimensión decisiva es si la gente tiene un propósito en la vida. Seguimos a un gran grupo de gente y vemos como los cambios en la vida afectan a su felicidad. A veces la subjetividad de la felicidad se puede notar incluso lingüísticamente. Por ejemplo decir “Soy feliz” en danés implicaría una grado de emoción bastante más extremo que en inglés.

En vuestros estudios, ¿cuáles consideráis los grandes obstáculos ante la felicidad cotidiana?
Uno muy importante es que constantemente elevamos el nivel de lo que creemos que necesitamos para ser felices. Estás contento con el primer salario cuando sales de la universidad, luego pides un aumento, luego quieres otro. Hasta cierto punto esto es algo positivo, ya que motiva a la raza humana a atravesar los límites, pero también nos priva de la capacidad de estar permanentemente satisfechos con lo que tenemos. Otro obstáculo importante es que tenemos la tendencia de mirar lo que tienen los demás. No dejamos de hacer ese mecanismo de comparación social. Quizás lo más sorprendente acerca de la felicidad es precisamente lo mucho que importa la comparación social. Seríamos mucho más felices si nos enfocáramos más en lo que realmente nos hace felices a nosotros mismos, en lugar de compararnos con los demás.
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