Fue una caja de lápices de colores lo que dio forma a su vida, una trayectoria artística en la que fusiona realidad y abstracción desde la más sutil de las perfecciones. Luciano Ventrone inspecciona la vida interior de los elementos de la naturaleza a los que homenajea en sus obras con sumo detalle y gran precisión.
Inspirado por diversas escuelas y estilos, este artista nacido en Roma pero criado bajo aires daneses, ha dedicado su vida a la pintura a la que considera muy alejada de la mera representación de un objeto sino más cercana a la expresión de luz y color como un elemento abstracto.
Asegura que incluso los detalles y objetos reales se transforman bajo un contexto abstracto y metafísico en sus creaciones, naturalezas muertas que se configuran como una expresión de la realidad invisible de los elementos.
El punto de partida de Ventrone es la fotografía a la que considera indisoluble de la pintura. Es en el momento en el que es percibido a través de la luz cuando la abstracción del sujeto es privado de su materia para dar rienda suelta a la creatividad sobre el lienzo sobre el que poco a poco se plasmarán formas, proporciones y color.
Este artista interviene entonces aportando progresivamente su esencia cromática desde la base con diversas capas a ritmo de pinceladas. Esa interacción entre sujeto fotografiado y pintado traspasa a realidad física para este artista.
Su trayectoria define a alguien que ha logrado dedicar su vida a su pasión: el arte. A pesar de las dificultades, diversos empleos y una complicada situación familiar, este artista logró graduarse en la Escuela de Artes en Roma, tras lo que estudio Arquitectura durante un tiempo.
Algunos de dibujos fueron publicados en el libro académico sobre ‘Anatomía humana – el sistema nervioso central’ del profesor Gastone Lambertini, de la Universidad Católica de Roma.
Luz y color son llaves maestras para esa perfección tridimensional de sus obras hiperrealistas, no en vano se declara influenciado por la siempre inspiradora luz de Caravaggio, pasión que dio forma en una de sus más curiosas piezas en las que representó ‘El Descendimiento’ reflejado sobre la superficie de una bombilla, un objeto muy recurrente en sus obras.
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