Halloween ya está aquí. Muchos estarán preparando los disfraces para la tarde y noche donde las almas de los que se fueron regresan para estar entre los vivos. Y esos disfraces tienen una temática común: la muerte. Da igual de lo que uno vaya disfrazado porque, en el fondo, aunque vayas vestido de bailarina, con un maquillaje y algo de atrezzo serás una bailarina del más allá recién desenterrada del cementerio. Desde que los zombies entraron en acción, cualquier disfraz tuneado está listo para hacer de muerto viviente por unas horas.

Pero también hay aquellos que prefieren emular a aquellos humanos que, poseyendo unos poderes fuera de lo normal, cobraron una especial relevancia en el marco de la festividad dedicada a las almas. Tanto las brujas como los hechiceros, magos o brujos (o como quieras llamarlos) cobran una especial relevancia estos días. Desde tiempos remotos, ellos han sido los encargados de poner en contacto a los vivos con las almas de los muertos. Ya sea a través de unos dones especiales, a conocimientos innatos o habilidades adquiridas, lo que no vemos se manifiesta a través de ellos.

Bajo la figura de la bruja se aglutinan varios tipos de habilidades. Lo único que solo tienen en común todas ellas es ser poseedoras de algo que no es explicable para los ojos del resto. Bien porque el resto no conoce esas habilidades o bien porque no poseen esos dones, si son naturales. Sin embargo, la connotación que desprende el término, en sí, es peyorativo. Tanto bruja como brujo alude a esa época que se abrió con la aparición en escena de la Inquisición, en busca de aquellos que se salían de la norma o de los parámetros establecidos por la Iglesia de lo que era bueno y normal.

A partir de ahí, la caza de brujas se inició por toda Europa. Como una mecha prendida, la pólvora de las acusaciones se extendió por todo el continente. Y como es normal, implosionó por todos lados. Desde falsas acusaciones por disputas territoriales, pasando por envidias entre vecinos o rencillas entre familias por diversos motivos, las denuncias empezaron a aparecer por todos lados. Esto llevó a los artistas de la época a empezar a plasmar los primeros documentos gráficos y pictóricos de estas tramas, que ni la mejor novela de ficción hubiese deseado. Conocemos los grabados del taller de Hieronymus Cock de la segunda mitad del siglo XVI que dan fiel reflejo de esta caza de brujas y de los procedimientos judiciales que los acompañaron. Y con ellos, las imágenes de lo que después se convertirá en la iconografía que va a caracterizar a una bruja en el inconsciente colectivo.

Las primeras representaciones de brujas se pueden apreciar ya en grabados del centro de Europa de mediados del siglo XV. En ellos, se aprecian esas habilidades diferentes que las brujas poseían. Entre ellas, el vuelo. Ya fuese sobre escoba, sobre un macho cabrío o cualquier otro objeto inanimado, esas mujeres eran capaces de desafiar las leyes de la física, esas que aún nadie había plasmado sobre un papel. Y no solo mujeres. También los brujos que vivían alejados de los núcleos urbanos, en cuevas cercanas, y siempre en contacto con la naturaleza. Esa naturaleza que siempre estaba al servicio de estos seres, que no dudaban en utilizar sus secretos para embaucar a las pobres almas católicas y sacarlas del camino de la luz marcado por la Iglesia.

Sin embargo, hasta que no se elevó a un nivel judicial estos delitos religiosos, como ya pasó con la herejía, no aparecen los primeros ajusticiamientos y autos de fe recogidos gráficamente. De ahí que, estos primeros grabados, solo reflejasen las características de estos seres enviados por el Maléfico para desviar a las buenas almas del camino marcado por Dios. Y de esos documentos gráficos hay muchos ejemplos, como el auto de fe plasmado por Pedro Berruguete, en 1500, o el de Francisco Ricci, en pleno Barroco.

Durante los siglos XVI, XVII, XVIII e incluso el XIX, la representación de las brujas es un tema que seguirá llamando la atención a muchos artistas. Entre ellos, destacan David Teniers o nuestro Francisco de Goya. Las escenas de Teniers son siempre misteriosas, nocturnas y llenas de símbolos que aluden al conocimiento oculto, que está más allá de lo habitual. Ya la noche alude a algo que se realiza a escondidas, fuera del alcance de ojos ignorantes a esas prácticas. La lechuza es uno de los animales que aluden al conocimiento esotérico y el más utilizado en estas representaciones brujeriles. Los murciélagos también forman parte de la representación, en alusión de las sangre derramada que se utiliza en los ritos brujeriles. Y, como no, no puede faltar la alusión al Diablo, ya sea a través de un macho cabrío u otra figura deforme o fuera de lo común.

Las escenas de Goya tienen un antes y un después. Antes de su sordera y después de manifestarse en su vida. Si atendemos a la obra El aquelarre, la visión de la brujería es mucho más suave o calmada, tanto en gestos, colorido y posturas. Si cogemos cualquiera de los grabados de sus bautizadas como Pinturas Negras, la expresión cambia por completo. El lenguaje que emplea es mucho más ácido, mucho más directo, mucho más oscuro. Las figuras parecen sacadas de cualquier mala pesadilla que uno pueda tener. Los rostros reflejan la maldad del alma, algo que antes no se había plasmado con tanta precisión. La figura de la mujer anciana da paso a otra más turbadora, carente de ojos o de dientes, casi decrépitas, con risas diabólicas que incluso te las puedes escuchar en tu imaginación. La figura de la bruja pasa a otro nivel, a otro más espeluznante, a otro más cinematográfico.

Las brujas y los brujos se han convertido así en parte de un imaginario que atemoriza a niños, y no tan niños, desde hace siglos. Al igual que vampiros, momias y otra serie de personajes más actuales, como payasos, zombies… (pero todos asesinos) van a ir desfilando durante la noche más desconocida del año. Porque, al fin y al cabo, la noche del 1 de noviembre no deja de ser un auténtico enigma antropológico que engloba la magia, lo esotérico, lo que está más allá de la vida y las energías desconocidas. Porque es una noche que no tiene explicación y por la que todos y cada uno de nosotros sentimos un respeto inusual…
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