“Soy feliz porque hago lo que deseo y a la gente le apasiona lo que hago”, ésta es la más que precisa sencillez con la que Doug Bloodworth describe sus trabajos y trayectoria artística, en los que la nostalgia y las reminiscencias de nuestra infancia se dibujan con la tangible fidelidad de sus trazos hiperrealistas.

Cómics, juegos y dulces marcaron indudablemente nuestra niñez. Aquellas sensaciones, aquellos inocentes recuerdos, son ahora imágenes que se plasman por este artista con suma definición hasta el punto hacer confundir al espectador quien en ocasiones no es capaz de diferenciar sus creaciones -realizadas al óleo- de fotografías dado el realismo que emanan.

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Bloodworth, nacido en una base naval de EE.UU. en Filipinas en 1957, no puede ocultar en sus obras una fértil influencia proveniente de la iconografía de los clásicos occidentales de Estados Unidos. Tras lograr una licenciatura en Artes Comerciales, este artista dio rienda suelta a su creatividad y cualidades artísticas en murales, vallas publicitarias y cartelería. Arte pop, fotografía, papel impreso, texturas… en la actualidad Doug Bloodworth ha logrado situarse como uno de los más relevantes pintores fotorealistas de la actualidad.

Una pulida técnica artística y una sutil sensibilidad inspirada en el cómic y en el pop-art se plasman a la perfección sobre un lienzo en blanco a manos de este artista. Sus obras se han expuesto a lo largo de Estados Unidos (Chicago, Soho, Palm Beach…) así como en Europa, como Zurich, Dusseldorf y Dortmund…

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Bloodworth comparte protagonismo ‘hiperrealista’ en Photorealism, un ‘concesionario de bellas artes centradas únicamente en pinturas fotorrealistas’, según se definen ellos mismos, junto a otros autores como Mark nave, Jim Jackson y Ralph Stearns. En este espacio destinan, según se afirma en su web, el 10% de los ingresos a organizaciones benéficas para la infancia.

Sus creaciones, aparentes fotografías que han inmortalizado sin avisar un instante lúdico en la vida de un niño, logran trasladarnos a la candidez de aquellos momentos ‘retro’ de nuestra infancia, caracterizada por los vasos de leche, las golosinas y los superhéroes.

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Para Doug Bloodworth los recuerdos recuerdos de la infancia son un desafío pero también su mejor inspiración. La profundidad de los elementos que se muestran sobre una mesa, las texturas de aquellas galletas de chocolate, la condensación plasmada en los las latas refrescos, las minúsculas y perfectas piezas del Monopoly, los manoseados cómics que marcaron una época… cada detalle suma veracidad en sus completas obras, que se configuran como verdaderas síntesis de instantes de realidad pero también de nostalgia.

En este video, podrás comprobar cómo Bloodworth crea esta magia: