Un ocho de febrero de 1880 nacía en Múnich uno de los principales representantes del Expresionismo alemán que, junto a Wassily Kandinsky, fundaría el grupo Der Blaue Reiter (El Jinete Azul). No hay que olvidar que desde finales del siglo XIX la ciudad de Múnich se erigió como un gran centro cultural junto a Dresde, Berlín y Viena, consecuencia clara de un devenir histórico que tiene lugar en los países centroeuropeos y que transita desde el período guillermino, la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, la desmembración del imperio austro-húngaro hasta el ascenso del nacionalismo.
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El Expresionismo es un término que recoge varios movimientos que se suceden y conviven durante principios del siglo XX en Europa. Fue el historiador y teórico del arte Wilhelm Worringer quién acuñó por primera vez este término en 1911 al publicar un ensayo sobre Van Gogh, Cézanne y Matisse en la revista Der Sturm. Pero posteriormente se utilizó para denominar a los artistas alemanes que representaban todo lo contrario al arte francés que se desarrollaba en aquel momento. El Expresionismo surge así como un arte visionario, místico, que se basa en la experiencia espiritual y emocional de la realidad y se desliga de la compresión analítica del entorno característica de los artistas franceses.
Una visión de la vida más ligada a la tradición de los países nórdicos y fruto de la introspección y la espiritualidad del artista es el elemento central de esta corriente artística. Todas las artes ligadas a este movimiento expresan emociones que quiere reproducir en el espectador y hacerle partícipe de sus sentimientos, atacando los valores de la sociedad industrializada en el que vive y escapando de ella por medio de una crítica sutil de la realidad. Claros ejemplos de ello son las artes escénicas, con obras de Bertolt Brecht y August Strindberg, y películas como El gabinete del doctor Caligari de Robert Wiene, Nosferatu de Friedrich Murnau o Metrópolis de Fritz Lang.
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Esta búsqueda de una realidad diferente hace que su estética sea más cercana a los romanticistas por medio de visiones, símbolos, sueños, fantasmas, angustias o deseos que dan lugar a un nuevo lenguaje. Así podemos entender que sus obras estén conectadas con las de Nietzsche, Freud, Bergson o Rimbaud. En el ámbito pictórico, el color empleado está más próximo a los fauvistas y la teoría de los colores de Goethe, con claras influencias de Goya, El Greco, Grünewald, Brueghel, Lucas Cranach, Friedrich, El Bosco o Munch, entre otros.
Con todos estos elementos, y para ubicar dentro de este contexto la figura de Franz Marc, se puede realizar una pequeña división en esta corriente y situar a Ensor y a Munch como los iniciadores fuera de Alemania de este movimiento, una primera oleada expresionista marcada por Die Brücke (El Puente), una segunda por Der Blaue Reiter y, por último, el Grupo Vienés, con Gustav Klimt y Kokoschka. Kandinsky, después de exponer en el Salón de Otoño de París, en 1905, y en la segunda exposición de Die Brücke, se marcha a Murnau con Jawlensky y funda el grupo Neue Künstlervereinigung (Nueva Asociación de Artistas). Franz Marc se integra dentro de este nuevo grupo junto con Kubin. Pero al ser rechazada una de las obras de Kandinsky en la tercera exposición de la asociación decide crear junto a Marc Der Blaue Reiter.
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El Jinete Azul comenzará su andadura junto con Jawlensky, Kubin, Macke, Münter, Klee, entre otros, y sus dos fundadores. La elección del nombre surge de una conversación de Kandinsky y Marc, donde ambos coinciden en su gusto por el color azul y el simbolismo que expresa. Ambos están de acuerdo en llevar a cabo una revolución a nivel internacional, con unas bases comunes para todas las artes donde el lenguaje artístico busque la esencia, la expresión de la vida interior. Para Marc, la realidad interior está por encima de la expresión exterior de la misma, es decir, cada obra es una realidad diferente que proviene de un mundo propio, el del artista, independientemente de su modo de ser expresado. De ahí que esta libertad de estilo explique las diferencias que existen en cada una de las obras de este grupo. No sólo eso. La unión que realizan entre arte académico y arte popular es una forma de reivindicar el arte en estado puro, sin diferencias de ningún tipo y fruto de la libertad de expresión.
La espiritualidad, la libertad, la autonomía del color y la forma se convierten en las bases de este movimiento, siendo la música el modelo a imitar. No es de extrañar que sea así, ya que la música es el arte más abstracto y que menos referencias toma del mundo exterior. Es por ello que Kandinsky dedicará a este tema gran parte de su obra teórica y pictórica.
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Todas estas ideas quedan recogidas en el Almanch de 1912 que elaboran Kandinsky y Marc con la colaboración de Macke. Artículos e ilustraciones que reflejan el arte moderno, la tradición y hasta el dibujo infantil sirven para afirmar que la pintura carece de una teoría fundamental, establecida y aceptada por la mayoría. La música ocupa una posición privilegiada en la publicación con partituras y artículos de Schönberg, Berg y Webern. El arte popular ruso y bávaro, estampas chinas y japonesas, esculturas africanas, xilografías góticas también acaparan las páginas de esta revista junto con obras de Kirchner, Kokoschka, Cézanne, Picasso o Matisse.
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Pero esa libertad de concebir el arte en estado puro será la causa principal de que sus integrantes empiecen a independizarse y disolver el grupo. El propio Franz Marc se sentía más cercano al Futurismo y al Cubismo. Por ello, su evolución le llevará hasta la abstracción expresiva, gracias a la influencia de Robert Delaunay. Hay que recordar que Marc adquirió una completa formación académica con una primera etapa caracterizada por colores vivos y temas de paisajes solitarios, compuestos a base de planos sucesivos y carentes de perspectiva. Su segunda etapa fue brillante con su estancia en la Bretaña francesa, donde descubre la importancia de la naturaleza y del mundo animal, un tema que será recurrente a partir de entonces en todas sus obras. Pero fue su viaje a París, conociendo en primera persona las obras impresionistas y la estampa japonesa, lo que realmente influenció la luz de sus obras, el color, los temas y la libertad compositiva que luego desarrollará con los expresionistas.
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Y también será esa libertad la que le conducirá a alistarse un 6 de abril de 1914 para ir a la guerra y combatir en el frente. Acababa de mudarse a la ciudad austríaca de Ried y en el caballete de su estudio dejó un cuadro sin terminar en el que se intuyen una casa azul y un elefante rojo. No obstante, incluso en el frente continuó realizando bocetos hasta que un 4 de marzo de 1916 moría en Verdún. Sólo tenía 36 años. Su cuerpo descansa desde entonces en el cementerio de Kochel am See, en Alemania.
Su obra sigue viva en las pinacotecas recordando que el arte es la manifestación de la libertad del ser humano en estado puro, de su propio mundo y su realidad interior expresada de tan diferentes formas que todas ellas resultan válidas. Por ello, hoy resulta más necesario que nunca recuperar la libertad de expresión de todas las maneras posibles con un homenaje a la figura de Franz Marc.
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