Sin duda, habréis escuchado a gurús que hablan de la felicidad como si fuera ése ente casi mágico y omnipresente que hará que tu vida sea totalmente plena y seas la envidia del lugar. Seguramente tengan razón y, cada vez más asistimos a cómo la sociedad nos exige vivir en un mundo feliz, pero…¿nos dejan ser felices? o, sin embargo ¿nos obligan a serlo?. La felicidad según la RAE es un «estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien», ¿se complace con la posesión de un bien?, pero ¿qué bienes?, ¿cómo uno consigue ser feliz?.

Ser feliz no se nace, conseguimos poco a poco llegar a un estado de felicidad, plena o no, temporal o no, pero sí un estado en el que hará que las cosas las veas desde otro punto de vista mejor y con más soluciones, porque como decía Ramón de Campoamor y Campoosorio «todo depende del color del cristal con que se mire».

¿Tan complicado es ser feliz?

La felicidad es un estado de positividad plena que confluye al sentir que en tu vida existen más momentos de bienestar que de negatividad y que estas totalmente satisfecho con tu vida. Los japoneses tienen su propio término al que denominan IKIGAI, refiriéndose a él cuando sienten que realmente “tienen un propósito para vivir”. El motivo por el que levantarse cada mañana con ganas de vivir su vida. Para ellos, sentir que han encontrado su IKIGAI es lo más importante en su vida, pero ¿cómo lo consiguen?.

A priori puede parecer que encontrar un motivo por el que ser feliz es complicado, pero para los japoneses no lo es tanto. Simplemente contestando a ¿qué es lo que amas?, ¿qué sabes hacer bien?, ¿qué crees que el mundo necesita de ti? o ¿por qué deberías recibir un salario? consiguen dar un significado a su existencia y, motivos tienen. La isla de Okinawa tiene el mayor índice de centenarios del mundo y lo explican gracias a que sus habitantes consideran haber encontrado su propio Ikigai.

¿Realmente existe una moda de ser feliz o nos obligan a ello?

Los datos están ahí, la Red de Empresas Saludables española apunta que “las personas saludables y felices son más productivas, permanecen el doble de tiempo en sus tareas, tienen un 65% más de energía y una mayor vinculación con su empresa”, sin embargo «las situaciones estresantes son las culpables del 30% de las bajas laborales y generan un gasto de 8.000 millones de euros».

Meritxell Costa, empresaria y youtuber, comentaba a lavanguardia.com cómo ella aplica en su día a día la felicidad en su empresa: “no pido currículum, contrato a mis empleados por ser buena gente. Les digo: ¿estás feliz en la empresa para la que trabajas? He visto lo bien que lo haces y si no estás feliz, ven conmigo”. Un planteamiento empresarial al que quizás podrían ponerle muchas trabas, pero según ella misma declara «mi empresa funciona muy bien».

Por otro lado, la socióloga israelí Eva Illouz y el psicólogo español Edgar Cabanas desengranan este concepto en su libro ‘Happycracia’, en el que explican cómo la sociedad nos obliga a ser felices y si no conseguimos serlo debemos sentirnos culpables de no ser capaces de sobreponernos a las dificultades. Una imposibilidad que para Illouz y Cabanas poner en cuestión la felicidad es hoy hasta de mal gusto.

¿Qué opinamos los españoles de la felicidad?

Ser feliz o no, es elección de cada uno, de cada momento y situación, pero para los españoles, las personas más formadas y cultas son las que se manifiestan abiertamente más satisfechas con su vida. Consideramos que las personas asiduas a eventos culturales son más felices, pero ¿por qué?, entre las razones que nos hacen sentir así encontramos que se trata de un tipo de evento que solemos compartir con nuestros allegados, sentimos que estamos haciendo algo en nuestro provecho. Además y respecto de los actos más multitudinarios como los conciertos, el informe de Acierto.com revela que el mero hecho de estar rodeados de gente ya nos hace sentir mejor.

¿A más formación, más felicidad?

Pues parece ser que sí, aquellos que cuentan con una carrera universitaria o formación específica son más felices en el trabajo que aquellos que carecen de ella. Un nuevo dato que desmiente aquel dicho que reza “cuanto más tonto, más feliz”. Además, la inteligencia se asocia a la asertividad, es decir, a la capacidad de las personas para juzgar y expresarse de forma consciente, clara y honesta. También se relaciona con la objetividad, imprescindible para juzgar las propias situaciones y frustraciones desde un punto de vista neutral.

Ser feliz no es tarea fácil, pero ahora tienes las herramientas para serlo o, al menos, intentarlo.