Cuando hablamos de audiencias a nivel de Europa, la noche de Eurovisión marca la diferencia. El concurso, ha conseguido convertirse a lo largo de los años en un momento de encuentro familiar o de amigos, que se reúnen simplemente para disfrutar de la noche en que Europa se bate en duelo a golpe de canciones.

Pero seamos francos: ¿cuántos vemos Eurovisión con esperanza de encontrar auténticos temazos de la música? Y ahora bien: ¿cuántos lo vemos para pasar un buen rato admirando la de bizarradas que se pueden llegar a hacer encima de un escenario? Seguro que gana por goleada la segunda pregunta, y una de las cosas más destacables de Eurovisión han sido, desde siempre, los estilismos de los cantantes.

Y es que el vestuario es el factor sorpresa con el que juegan los artistas para encandilar al público y asegurarse sus votos. Los estilismos marcan la diferencia y son, como poco, lo que puede llevar a un artista a cantar victoria en el concurso. Nunca mejor dicho. Todos recordamos a la pasada ganadora Conchita Wurst enfundada en su largo y apretadísimo vestido. Pero no solo de novedades va la cosa: todos recordamos en nuestro imaginario a Salomé, con su vestido celeste en la edición eurovisiva del 69, o la vestimenta del grupo ABBA, que además de llenar el escenario con su “Waterloo”, lo hizo con el colorido de sus trajes.

Eurovisión se ha convertido en un concurso en el que hace falta mucho más que cantar para ganar. ¿Estáis ya preparados para este sábado? Stylight nos lo pone fácil con su infografía del vestuario de algunos de los años del concurso. Para ir abriendo boca de cara a mañana… que con Eurovisión, nunca se sabe.

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