Las emociones no son buenas ni malas, son emociones sin más. Si bien es verdad, algunas emociones son mejor recibidas que otras a nivel social.
Mientras que algunas emociones tienen permiso y libertad para ser expresadas con normalidad en casi cualquier contexto, de otras tantas cuelgan estigmas negativos que impiden sacarlas a pasear con tanta facilidad, como por ejemplo ocurre con la tristeza, la rabia o el enfado…
Y así pasa, que nos las tragamos tanto que nos atragantamos.
Sin embargo, ¿te imaginas que de pequeña(o) te hubieran explicado el valor de las emociones de otra manera? ¿Te imaginas que te hubieran enseñado a gestionarlas?
Imagina que te hubieran criado hablándote sobre las emociones tal y como ocurre en el vídeo (sobre todo si eres una mujer).
Sin culpa, sin reproches, sin broncas, permitiéndote decir -como mínimo a ti misma- qué necesitas y cuándo lo necesitas, ‘dándote’ el permiso para poder decir ‘basta, o ‘no’… Simplemente ayudándote a modular o gestionar los sentimientos que nacen de tu pecho a medida que van surgiendo.
Y ahora ve un paso más allá e imagina que nos educaran, no para hacernos cargo de las inseguridades o miedos del otro, ni para colgar nuestras necesidades sobre otra persona; sino para tomar conciencia, comprender y abrazar las emociones propias y ajenas -lo cual no quiere decir justificar cualquier gesto o acción-.
¿Cómo sería un mundo en el que tuviéramos libertad total para contar cómo nos sentimos? Un mundo en el que saber expresar la emoción de forma sana y asertiva.
¿Cómo sería un mundo en el que estuviéramos preparados para escuchar las emociones de las personas que nos importan sin llevarlo al terreno personal y montar una batalla campal? Sin juicios, sin enfados, sin culpa, desde el respeto y sin cargarnos con aquello que ocurre dentro de la piel de otro.
¿Cómo sería un mundo en el que en el colegio no sólo se centraran en la educación formal sino que también tuviera cabida la educación emocional al mismo nivel? Porque saber sumar y restar es necesario, pero también lo es poner límites, o aprender a colocar la risa, la tristeza y el enfado.
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En tiempos de estrés, rapidez y psicología de Mr. Wonderful, es importante aprender a no a ignorar lo que sentimos, fingir la sonrisa y meter la «basura» bajo la alfombra. Resulta fundamental conectarse con una misma y comprender lo que te está pasando en el interior para poder llevarnos mejor con el exterior.
Cada uno es el máximo responsable de gestionar lo que ocurre de puertas para dentro, si bien, ello también ayuda a comprender lo que le ocurre al otro, aquello que tiene lugar de puertas para fuera. No debemos olvidar que somos animales sociales y emocionales.
Hablamos de empezar a aceptar emociones propias y ajenas sin juicios, para dejar de guerrear con nosotros y con los demás.
Hablamos de aceptar y fluir.
Hablamos del valor de la educación emocional.
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