El Museo Thyssen-Bornemisza quiere celebrar el aniversario del nacimiento de su fundador, Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, con una exposición dedicada al expresionismo alemán. En el año 1961, el fundador del museo adquiría la primera acuarela de Emil Nolde, siendo una de las primeras obras contemporáneas que se sumaban a la colección de maestros antiguos que poseía la familia. Con el paso del tiempo, la colección fue creciendo hasta conformar la que conocemos en las salas del museo.

Con esta exposición, el expresionismo alemán vuelve a llenar de color las paredes del Thyssen. Por primera vez, el público va a poder asistir a la contemplación de obras que pertenecen a la colección particular de Carmen Thyssen-Thyssen y de sus hijos, junto con las que ya se pueden observar en la colección permanente del museo. La exposición queda articulada en tres ejes principales para su visita: el proceso creativo de las obras, la aceptación de público y crítica y la relación con marchantes y proyectos de exposición, a través de los cuales su fundador dio a conocer las obras.

El expresionismo alemán surge y se desarrolla en un contexto histórico marcado por el periodo guillermino, la descomposición del Imperio de Austria-Hungría, el nacionalismo alemán… y cuyos puntos de difusión se encuentran en ciudades como Dresde, Berlín, Viena o Münich. El término expresionismo denomina las formas de arte que se basan en una experiencia interior, emocional y espiritual, a través de la cuales se expresa la realidad. Con ello, se rompe con el periodo anterior, marcado por el predominio de las manifestaciones artísticas francesas. Frente a la comprensión analítica de la realidad, como bien haría Cézanne, en el expresionismo domina el estado de ánimo del artista.

El arte en sí sirve al artista para escapar de la realidad. Ahora no se trata de descomponer la realidad, sino de huir de lo que acontece, de aquello que resulta intolerable al alma del artista. Por ello, la representación artística no solo plasma el objeto artístico, la forma física del mismo, sino que también representa la huella que ese objeto deja en el inconsciente del artista. Así, la forma no es lo más relevante en estas obras. Es el contenido lo que realmente importa. De ahí que los objetos que se representan se deforman, los colores son muy llamativos y, al ojo del espectador, parecen muy contrastados, sin una escala cromática degradada que marque las transiciones entre formas.

Los temas que va a abordar el expresionismo van a moverse entre aquellos que representan la vida cotidiana, paisajes, la ciudad, los desnudos, pero sobre todo imágenes que pueden representar violencia o locura. Ya en sí, la estética de muchas de estas obras hace que el espectador quede en un estado de desasosiego permanente. Y que esas vivencias históricas que han marcado a las generaciones que toman los pinceles, vayan tomando vida en el lienzo.

El expresionismo, como cualquier otro movimiento, contó con varios grupos que se desarrollaron de diferentes lugares de Centroeuropa. El denominado grupo vienés fue el primero que se creó, en torno a 1897. En él destacaron artistas como Gustav Klimt, Oskar Kokoschka y Egon Schiele. En Dresde se funda en 1905 el conocido grupo Die Brücke (El Puente), donde Kirchner, Bleyl, Heckel, Schmidt-Rottluff, Pechstein y Nolde tratarán de unir el arte y la vida como forma de reacción ante el impresionismo imperante, tomando como referencia el arte primitivo. Por último, en la ciudad de Münich, Wassily Kandinsky y Franz Marc crean en 1911 el grupo Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), donde destacan figuras como Paul Klee, Macke y Jawlensky en su empeño de crear una revolución estética internacional diferente a todo lo anterior.

El Museo Thyssen contribuye, una vez más, a dar a conocer la importancia del arte del siglo XX, como testigo inequívoco de un proceso cultural que se vio influido por el contexto histórico de su momento. Los diferentes movimientos se sucederán en el tiempo para confluir en dos puntos clave de la historia de la humanidad: las dos guerras mundiales. Sin estos estilos artísticos, entre los que se encuentra el expresionismo alemán, no entenderíamos, desde nuestro lejano siglo XXI, el devenir social y cultural que desembocaría en la barbarie.
Nancy Byars
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