Uno de los artistas más enigmáticos, tanto para su época como por el carácter moralizador de sus obras, ha sido el genial Hieronymus Van Aeken conocido como El Bosco. No hay artista o movimiento que lo pueda igualar hasta la llegada de Goya con los Caprichos y del Surrealismo. Una de sus obras más conocidas es el célebre Jardín de las Delicias, una auténtica joya de la pintura donde figuras animales de todo tipo cobran vida para acompañar los vicios y virtudes del ser humano. La descripción gráfica de cada una de las especies que aparecen es detallada hasta el extremo e incluso el artista deja volar la imaginación y se atreve con híbridos animales nunca antes vistos. La capacidad inventiva del holandés destaca por encima de una época en la que la pintura religiosa primaba por doquier, con encargos hechos a medida, frente a una creatividad única que utilizaba hábilmente el sentido de la crítica a través de unos personajes que representaban lo peor y lo mejor del hombre real. Con él nace lo que podemos conocer como crítica social a nivel artístico.

Sus pinturas fueron muy rompedoras para un gremio que trabajaba por encargos y dependía de grandes mecenas, como Iglesia y nobleza, a los cuales sus temáticas no eran de su agrado. Es precisamente ese desagrado que suscita lo que hace que sus personajes sean observados y estudiados hasta la saciedad para llegar a una disección psicológica completa con la que comprender el mensaje del autor. Y algo parecido es lo que ocurre con la obra del serbio Vladimir Stankovic, cuyas figuras merecen ser estudiadas en profundidad para comprender lo que el artista quiere contarnos.

Nacido en la ciudad de Nis, en Serbia, Vladimir empezó a interesarse por todo lo que le rodeaba a la corta edad de 5 años. A través de sus dibujos intentaba reflejar todos los detalles posibles de cada objeto, estancia, paisaje o lugar que le llamaba la atención. No importaba que el soporte fuese una vieja enciclopedia escolar, un libro de texto o un folio en blanco. Lo que de verdad importaba era dibujar lo que observaba.  A los 15, empezó a ver que el dibujo y las artes podían convertirse en una forma de ganarse la vida. Después de estudiar en la facultad de Bellas Artes de su país natal, Vladimir optó por realizar una especialización en Finlandia, lugar en el que está terminando un máster y donde reside en la actualidad.

El propio artista define su arte como una mezcla de fantasía, cuento de hadas y algo más grotesco o vulgar. Se podría decir que los misterioso y un sano interés por la naturaleza y la ciencia también están presentes en sus láminas. De ahí las disecciones de animales, que recuerdan mucho a las que se hacían durante el Renacimiento y el Barroco, pero con un sustrato más infantil, más de cuento para niños, aunque la crudeza sigue estando patente. Este recuerdo infantil está conectado al momento con el que el artista tomó contacto con el mundo animal y, en especial, con el mundo de los crustáceos, gracias a un tío suyo que le regaló un libro a cerca de animales marinos.

El empleo de materiales como rotuladores, lápices de colores y acuarelas le permite ese matiz más apagado para conseguir ese carácter más infantil que luego mezcla con técnicas más modernas como Photoshop o Illustrator. Su intención es crear obras en un futuro gracias a las técnicas digitales y no sólo dibujar y pintar a mano. Con esta unión, entre lo más actual y lo más tradicional consigue que sus figuras sean de un diseño único que comunica el mensaje con claridad.

Sus figuras, resulta así, aptas para cualquier tipo de libro infantil. De hecho, algunos de sus encargos son para ilustrar contenidos para niños, aunque la mayoría de ellos son de contenido más adulto pero con un elemento infantiloide que en la mayoría de las ocasiones llega a lo cruel y lo grotesco. Con ello, el artista llega a crear una sensación de incomodidad o repulsión, generando cierta clase de suspense que lleva al espectador a buscar una aparente respuesta en el resto de figuras que acompañan la escena. Un resultado sobrecoger para una obra personal y enigmática.