La revitalización de los cascos históricos y céntricos de muchas ciudades es fundamental para la vida de las mismas. Las viejas generaciones van dejando paso a las nuevas. Las construcciones existentes se convierten en punto de unión de las mismas. Lo único que cambia es la remodelación y el diseño interior de cada una de ellas. Aunque esto está dejando de manifiesto que, muchos nuevos propietarios de viviendas antiguas, recuperen elementos de estilos pasados y se estén volviendo a poner de moda.

La vivienda que el estudio de Raúl Sánchez ha remodelado en el centro de Barcelona está en la línea de lo expuesto anteriormente. Un edificio de 4 plantas en pleno centro se ha convertido en el ejemplo de revitalización del casco antiguo de la ciudad. La edificación fue realizada a finales del siglo XIX y, como tal, el interior de la misma estaba en una situación lamentable. Solo la fachada exterior y la estructura de ladrillo ha quedado en pie.


Con esta situación, era lógico que el cliente quisiera conservar esas partes antiguas de la vivienda. Aunque la fachada exterior ha sido reacondicionada y pintada, el interior permanece en ladrillo original visto. Aunque este tipo de recurso se lleva utilizando desde hace un tiempo, dejar estas zonas al descubierto no suele ser del agrado estético de todo el mundo. Por ello, a la hora de conjugar el alma de la construcción con los nuevos elementos ornamentales, el equipo de Raúl Sánchez ha conseguido encontrar un punto de equilibrio entre la sobriedad y la practicidad.

Cada planta del edificio consta de unos 20 metros cuadrados de superficie. De esta forma, cada planta se destina a un espacio diferente: salón cocina, sala de estar, baño con vestidor, dormitorio y una azotea en la parte superior. La cocina y el salón son los primeros espacios con el que se encuentran nuestros ojos. El mobiliario de la cocina se ha realizado en latón, jugando con el principio del elemento antiguo que nos dan las paredes de la vivienda. Para darle colorido, Raúl Sánchez recurre a un suelo de mosaico hidráulico en tonos amarillo y gris. Al fondo se sitúa una escalera de caracol en tono blanco que vertebra la circulación de los espacios en altura.

El resto del mobiliario oscila entre el blanco, el dorado y el uso de cristal. Con ello, se consigue uniformidad y armonía dentro del conjunto. Uno de los elementos que rompe esa armonía son los tubos de acero por los que circulan las tuberías y cableado de la vivienda. Por algún lugar debían situarse. Y este ha sido una de las mejores soluciones que ha encontrado la firma de Raúl Sánchez a la hora de sacrificar el revestimiento de las paredes.


La casa situada en el centro histórico de Barcelona resulta así un experimento diferente. Muchas veces se da un efecto de lavado de cara al ladrillo antiguo, pintándolo en otro tono o barnizándolo. En este caso, la apuesta ha sido arriesgada ya que, en algunos tramos, se ven los orificios destinados a soportar anteriores vigas de la primitiva construcción. Con ello, Raúl Sánchez consigue un efecto nuevo y no apto para conservadores. Para gusto siempre están los colores…
Fotografía José Hevia.
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