Muchos edificios de la ciudad de Buenos Aires parecen tener vida propia. Y no es para menos. Un joven artista del distrito de Caseros ha decorado parte de los muros de la ciudad con sus sprays en mano. Incluso un domingo se le puede ver subido a una gran grúa dando rienda suelta a su imaginación.

Martín Ron empezó a pintar desde muy pequeño. A los siete años su madre le inscribió en un taller de pintura y a los diez ya mostraba sus destrezas con el óleo. Fue un día, en casa de un amigo, donde realizó su primer mural. Tenía catorce años y a partir de entonces se convirtió en el artista más solicitado por sus colegas. Todos querían que Martín pintase algo para ellos.

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No es de extrañar que muy pronto comenzase a realizar murales para establecimientos y a ganarse un sueldo con ello, mientras aún seguía estudiando. Su pasión por la pintura le ha llevado a convertirse no sólo en artista por una búsqueda personal y de identidad, sino que también es su profesión.

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Su originalidad es palpable en la facilidad de cambiar de temática en cada una de sus obras. Ya sean retratos o imágenes creadas a partir de su imaginación no pierde ni un ápice de frescura y realidad a la hora de ejecutarlas. Se podría decir que sus obras son el resultado de una mezcla entre realidad y fantasía.

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Sus últimos trabajos pueden ser visibles a pie de calle en el distrito de Tres de Febrero y en el de Villa Urquiza en su Buenos Aires natal. Son el resultado de un proyecto de remodelación urbana que permite a los artistas recuperar y dar un lavado de cara a los edificios de estas zonas de la ciudad. Su talento es inconfundible y seguirá sorprendiendo en el futuro.