Thomas Pynchon planteaba el final de los años 60 con una historia protagonizada por un detective en busca de su exnovia y un magnate inmobiliario, desaparecidos en una California imperio de la política y los policías corruptos, las drogas, el contrabando y el sexo sin discreción. Pynchon usa en su novela la mirada de Larry ‘Doc’ Sportello, (detective adicto a toda sustancia estupefaciente que se le ponga por delante y tan hippie que resulta hasta entrañable y divertido) para expresar los devenires de una sociedad marcada por el tripi.
Basándose en una premisa así y teniendo las referencias pertinentes del responsable de la película Paul Thomas Anderson, ya hace tiempo que se veía venir que Inherent Vice iba a traer cola, ya fuera para bien o para mal. Protagonizada por un chorreo de estrellas que van desde Joaquin Phoenix u Owen Wilson, hasta Katherine Waterson, pasando por Reese Witherspoon, Benicio del Toro o Jena Malone, es posiblemente la película más compleja, enredada e inaccesible de Paul Thomas Anderson, pero una de las más valientes también.
Inherent Vice (o Puro Vicio como se ha traducido al castellano) es una película densa tanto en tamaño como en forma. Y sí, hay que decirlo, sus dos horas y media de metraje no hacen ningún favor. El peliagudo diálogo y el enlace continuo de escenas con distintos y nuevos personajes hacen que el espectador tenga que dejar de ser solo eso (a la fuerza), para convertirse en otro personaje más, drogado o no, esforzándose constantemente por no perder el hilo del embrollo en el que anda metido nuestro querido Doc (Joaquin Phoenix). Ciertos espectadores comprarán. Otros se cabrearán muchísimo porque les habían vendido otra cosa (la cartelería al completo dan ganas de colgarla en el salón de tu casa, pero sin duda vende algo diferente). Como calmante a los segundos, diremos que la elección magistral de temas para la banda sonora (a destacar ese Harvest de Neil Young) junto con la ya habitual participación instrumental de “Radioheadista” Jonny Greenwood, consiguen hacer la película mucho más atractiva, aflojando por momentos la densidad de sus diálogos y la incesante aparición de personajes y subtramas.
Bajo ellas, Inherent Vice guarda una de las fotografías más aparentemente descuidadas de la filmografía de Paul Thomas Anderson. Aunque esto de “descuidada” solo sea una mera apariencia. Quizá su rollo setentero y sucio la hagan parecer tal. Sin embargo, la película está tan cuidada en imagen como todas sus anteriores, estando Inherent Vice más cerca quizás de la estética del cine negro que las demás.
En Inherent Vice, Paul Thomas Anderson bien se ha cuidado de nunca dejar claro si nos encontramos ante los efectos de una sustancia alucinógena o estamos viendo una realidad. Tampoco importa. Desde el primer porro que se fuma ‘Doc’ somos cómplices de la paranoia y, dicho sea de paso, de poco nos sirve saber si tiene algo de verdadera o no. Además, pese a todo pronóstico, Anderson ha sido capaz de pasar de largo frente a una extravagancia que, dada la temática de la cinta, podría haber tenido cabida, pero que posiblemente no hubiera hecho más que perjudicarla.
Inherent Vice agradará a los seguidores de Paul Thomas Anderson. Por supuesto agradará a los seguidores de Joaquin Phoenix que está espléndido (en su línea, vamos) Y me la jugaré diciendo también que: desde la vestimenta (casi disfraz) del protagonista, hasta el momento derribo de puerta y tragada de porro del final, pasando por todos y cada uno de los encuentros de ‘Doc’ con los demás personajes, derivando hasta la situación más absolutamente surrealista, harán también que la película sea del agrado de los seguidores de David Lynch. Un Lynch con una fumada más cómica y cachonda de lo habitual, eso sí. No sólo ‘Doc’ va a consumir marihuana aquí.
- Larry ‘Doc’ Sportello
- Bigfoot
- Penny
- Wolfmann
- Shasha
- Jade
- Rudy
- Sauncho
- Cory
- Inherent Vice poster
- Inherent Vice poster
- Inherent Vice poster
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