No todos vemos el mundo que nos rodea de igual manera, lo que para unos es sólo una percha para otros es una gran idea. Gilbert Legrand es de estos últimos, ilustrador y diseñador gráfico coge objetos cotidianos y lo transforma en bellas esculturas visuales.  Para ello se vale de todo lo que le tiene cerca y juega con las formas para recrear personajes invisibles para el resto.

El diseñador nacido en París, vive y trabaja en Toulouse desde hace 20 años. Después de años en agencias  se convierte  en la década de los 80, en ilustrador freelance para editoriales y publicidad. Y precisamente la ilustración es una gran influencia en toda su obra.

El artista francés logra transformaciones agradables donde la sencillez de sus ideas consigue que nos olvidemos de la naturaleza original de los objetos. Uno ya no ve una botella de lejía, sólo ve un elefante. A veces el poder de la ilustración se apodera del objeto completamente gracias al nuevo enfoque humorístico y poético. Casi rozando las ilusiones ópticas, con su toque creativo en lo más mundano, nos devuelve el punto de vista de un niño.

Cuando era sólo un niño, Gilbert Legrand tenía «una pequeña obsesión» veía caras en todo: nubes, árboles, conchas de la playa… Ya desde pequeño hacía juguetes con cualquier cosa que encontraba por casa, y está claro que esa parte de él aún no ha desparecido. Impulsado por la pasión de este pequeño universo propio presenta con regularidad sus piezas en diversos centros de arte en toda Francia.

Gilbert de 60 años, comenzó a hacer sus piezas en tres dimensiones hace poco más de una década. Su proceso sigue siendo igual de sencillo:  elige objetos que llamen su atención, los fotografía y primero diseña en ordenador antes de pintar a mano cada una de las piezas. Un cepillo o un par de tijeras, todo vale para crear una mini obra de arte.