Que nadie se atreva a decir que Antonio López, pintor de cámara de la Casa Real, es lento en su cometido: “Yo voy a mi ritmo”, ha llegado a comentar el artista manchego al ser preguntado por el retrato que está realizando sobre los Reyes y sus tres hijos iniciado hace ya 17 años. El proyecto, que encargó Patrimonio Nacional en 1994, sigue en marcha y está situado entre sus prioridades, tal y como él mismo reconoce: “El de la Familia Real es el más urgente. Lo quiero acabar y entregarlo ya”. Pese a todo, este lienzo no es el único proyecto que se trae entre manos, a pesar de que los 300.000 euros que se acordaron fueron abonados en su cuenta hace más de una década.
El artista hiperrealista, que lleva a cabo su labor en su taller madrileño en el barrio de Chamartín, tiene que cumplir a rajatabla con las premisas impuestas por la Casa del Rey a la hora de llevar a buen término este especial encargo. Entre ellos, que la tela, de 3,40 metros de longitud por tres metros de altura no puede salir de palacio, por lo que el pintor y escultor manchego debe presentarse en Zarzuela cada vez que pretende mancharse las manos de pintura. “Es una obra muy buena y, para terminarla, se requiere impedir las distracciones. Confío en que estemos ya ante el empujón final de este cuadro”, declaró el pasado mes de mayo Rodríguez Spiteri, director de Patrimonio Nacional, dejando entrever el deseo de la Casa de que se termine el trabajo cuanto antes.
López se defiende asegurando que “el cuadro está en constante transformación, pero como todo en la vida”. Y no le falta razón. La instantánea que está retratando de la Primera Familia data de 1992, cuando las infantas todavía eran dos jóvenes solteras y nadie había oído hablar de la princesa Letizia, que comenzaba a dar sus primeras clases de Periodismo en Madrid. Mucho ha llovido desde entonces y poco se podría vaticinar del cambio que ha sufrido la institución monárquica desde entonces. El ‘huracán Corinna’ y el ‘tornado Urdangarin’, que amenazan ahora con acabar con la Corona en España, no tendrán ni una pincelada de sentido en la obra de Antonio López, que a pesar de ser testigo de esta realidad, se afana con esmero en reproducir a la familia feliz y unida que eran los Borbón por aquel entonces y que cada día más se esfuerzan por hacérselo ver a su disgustado pueblo.
[photomosaic ids=»2250,2249,2247,2245″]
Un meticuloso pintor de pincel fino
Es uno de los artistas españoles más importantes y su cotización en el mercado del arte supera a la del resto. Así fue al menos en 2008 cuando la casa de subastas Christie’s adjudicó su cuadro Madrid desde las Torres Blancas por 1,74 millones de euros, lo que posicionó su obra como la más cara de un autor con vida de España. Pero no sólo las cifran avalan su trayectoria, sino que los premios que cuenta en su haber respaldan esta apreciación. Fue galardonado con el Premio príncipe de Asturias de las Artes, con el Velázquez de las Artes Plásticas y premio príncipe de Viana de la Cultura. Una colección de trofeos única que demuestra el respeto que muestra el gremio a su obra.
Pero a él esto no le importa en demasía y su interés se centra en que sus creaciones sean casi como instantáneas que reflejen la realidad tal y como él la ve. Su forma de acercarse al objeto a retratar se desarrolla a lo largo de años o incluso décadas, ya que cada pincelada es estudiada al milímetro, cada movimiento de mano tiene sentido y, por lo tanto, no deja nada al azar. Esto es primordial a la hora de que la esencia del objeto quede reflejada a la perfección en sus lienzos, llegando a parecer en ocasiones auténticas fotografías. Es por ello que siente predilección por paisajes de la capital, por retratos de sus familiares y sobre todo objetos de la vida cotidiana como puede ser un mugriento retrete, un tocador de una vivienda cualquiera o una pieza de carne sobre un sencillo plato.
[photomosaic ids=»2248,2246,2244″]
Deja una respuesta