La Duna de Pilat, en el suroeste de Francia, ofrece unas de las panorámicas más impresionantes del continente europeo.

Con sus 106 metros de altura, 500 metros de anchura y casi 3 kilómetros de longitud, la Duna de Pilat, en el suroeste de Francia, en el territorio de la comuna de La Teste-de-Buch (a unos setenta kilómetros al suroeste de Burdeos), en el departamento de Gironda, y parte de la gran región de Nueva Aquitania, forma parte de los fenómenos naturales cuyo impacto no se puede preparar ni anticipar. Ni siquiera con las mejores fotografías o videos.

Dominando la entrada de la Bahía de Arcachón, La Duna parece un espejismo, pero es real. Además. posee un magnetismo inigualable. Arena en ingentes cantidades, mar, aire, bosque, colores y texturas se fusionan en un memorable espectáculo sensorial.

Es más, el fenómeno ostenta el récord oficial de ser la duna más alta de Europa. Pero su altura dista mucho de ser la única explicación de su aura casi mágica. Lo que la hace aún más única es la combinación de su tamaño colosal, el ambiente fascinante y las impresionantes panorámicas tanto hacia la entrada del Golfo de Arcachon, como hacia la península de Léger-Cap-Ferret.

A ello se añaden las formas y colores de la duna, que cambian según el tiempo y la luz. La extraordinaria Duna de Pilat, creada a lo largo de milenios, es uno de los parajes naturales más impresionantes y visitados de Francia.

Sin embargo, tras la sensación de inmensidad, libertad y extensión sin fin se esconde un dramático espectáculo natural. Lo cierto es que, en tiempo real, la duna sigue evolucionando bajo la influencia del viento y las mareas. Se desplaza hacia el interior. El pinar marítimo retrocede poco a poco bajo la presión de una masa indomable de sesenta millones de metros cúbicos de arena.

Cada año la duna se desplaza la media de unos cinco metros, y algunos años hasta veinte. Los vientos procedentes del mar no tienen problemas para levantar y transportar la arena superfina. Al mismo tiempo, la duna se erosiona por el otro lado desde el mar. Así, las fuerzas naturales provocan un movimiento continuo, que lleva a cambiar su forma y a desplazarla permanentemente. Los pinos y otras plantas del lado este de la duna no tienen ninguna posibilidad de escapar a los elementos, nos cuenta una de las guías profesionales más solicitadas de la región, Christel  de Les Visites de Christel

Es difícil creer en este fenómeno cuando todo parece en calma bajo cielos azules, en días sin viento. O en las ocasiones en que la duna parece dormida bajo una finísima capa de nieve. Porque aunque sea más visitada durante la parte más cálida del año, la Duna de Pilat es un destino para todo el año. Sin duda puede incluirse en las listas de lugares que hay que visitar al menos una vez en la vida. Se puede subir a la duna directamente por la arena o por las escaleras instaladas desde el bosque.

La localidad costera de Pyla-sur-Mer, al norte de la Duna de Pilat, destaca por un ambiente relajado y atractivo, tanto por los bosques de pinos, como por las extensas playas. Además. alberga las mansiones de verano de famosos políticos y personas de negocios franceses. 

Uno de los lugares más atractivos es sin duda el hotel y restaurante La Guitoune. Iniciado en algún momento de la década de 1930, en 2017 la interiorista franco-estadounidense Bambi Sloane (antes fue RRPP en el campo de la moda) renovó el edificio, conservando un carácter de estilo vintage con estampados en azul eléctrico, amarillo canario, verde manzana y leopardo. El mobiliario colorista y los colores vivos contribuyen al ambiente. Uno de los momentos favoritos de los visitantes es el brunch dominical con DJ en directo. El diseñador francés Philippe Starck es autor de dos hoteles en Pyla-sur-Mer, La Co(o)rniche y Ha(a)itza, que conservan el estilo neovasco característico de la región.