Sin duda alguna, el evento por excelencia durante esta semana ha sido la celebración de Halloween y el día de Todos los Santos. En todas las partes del planeta, el culto a los muertos, independientemente del tipo de celebración que se realiza, está muy presente en el mundo de los vivos. Algo tiene de especial y magnético el otro lado que a todos cautiva. Tal vez sea por curiosidad, por desconocimiento o porque ningún vivo ha vuelto para contar qué es lo que hay en el Más Allá… Aunque tampoco tenemos prisa por saberlo.
Miles de celebraciones han tenido lugar durante la noche del 31 de octubre y durante el 1 de noviembre. Halloween es la más popular en los países de habla inglesa, aunque en las nuevas generaciones de nuestro país está calando hondo desde hace unos años. Disfrazarse de bruja, vampiro, momia, zombi… suele ser habitual entre los más pequeños que en muchos casos emulan el “truco o trato” para ganarse unos caramelos o chocolatinas, en una forma más amable de hacerles comprender el significado de esta fecha. El tradicional día de Todos los Santos queda más para los adultos, en una forma mucho más tradicional y respetuosa de recuerdo de todos aquellos que ya no están entre nosotros. En México es tradicional celebrar el día de los Muertos, un culto azteca milenario donde las calaveras toman el poder y se convierten en el símbolo de una celebración cargada de colorido, donde no faltan la comida y la bebida en las tumbas de los seres queridos que, un año más, regresan a compartir unas horas con los vivos.
Este año, con motivo de esa fecha tan especial, ha llamado la atención un curioso desfile que se celebra en Japón. Desde hace unos años, se celebra un desfile de Halloween en la ciudad de Kawasaki donde el ganador del disfraz más original recibe un premio de unos 4.000 euros. Cuál sería la sorpresa cuando un grupo de seis jóvenes decidieron vestirse como las pinturas que más relacionadas estuvieran con lo feo, impactante, loco o terrorífico. Entre los cuadros seleccionados se encontraban el más enigmático de todos, la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci, así como su homólogo holandés La joven de la perla, de Johannes Vermeer. También La mujer que llora de Picasso, que entendemos que llora de terror en este contexto, y seguro que el más terrorífico para todos los restauradores y pintores de nuestro país: el Ecce Homo de Borja. No ha faltado el cuadro que expresa el mayor horror del mundo, El Grito de Edvard Munch, ni el artista más perturbado y desquiciado de todos, El autorretrato de Vicent Van Gogh.
Seguro que a la memoria han acudido muchos más cuadros, más horripilantes, terroríficos o impactantes que merecían estar en este desfile. Pero conociendo a los japoneses, tenemos la certeza que han elegido estos por múltiples razones mucho más escabrosas o retorcidas que nuestra mente europea desconoce. Sólo hay que pensar en el Ecce Homo de Borja y darle una vuelta al asunto…
Destrozan unos frescos taoístas de 270 años de antigüedad en una pagoda de Liaoning
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