De alguna manera, el conflicto desatado en Ucrania ha puesto sobre la mesa la incertidumbre de qué va a pasar con algunos de los monumentos más importantes del país. A pesar de que un monumento tenga la consideración de Patrimonio de la Humanidad esto no quiere decir que, por decisiones militares o por azares del destino, no vaya a salir ileso del desastre. Ya pasó durante las anteriores Guerras Mundiales y lo hemos visto en conflictos más recientes.

Por ello, es necesario entender que la historia de un territorio es irrepetible, irrecuperable y forma parte de su legado cultural. En el caso de Ucrania, es la ciudad de Kiev la que alberga los edificios más antiguos de la primigenia Rus y los más importantes, desde un punto de vista no solo histórico, también religioso, social e identitario. Cualquier edificio nos trasmite no solo aquello que vemos a primera vista, sino también la época en la que se construyó, las influencias que recibe (de la que se puede extraer sus contactos comerciales y culturales), por su financiación quién estaba en el poder durante su construcción (así como el poder adquisitivo a través de su decoración). Sin este conocimiento no seríamos capaces de establecer las conexiones necesarias entre pueblos y culturas y entender su devenir a lo largo de la historia.

Planta Santa Sofía de Kiev

La aparición de la arquitectura de la Europa oriental en el contexto histórico surge a partir de la caída del Imperio Romano. Cuando surge el nuevo Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino, la arquitectura se había nutrido de la influencia grecorromana previa. Ésta estaba presente en baños públicos, foros, arcos triunfales, espacios deportivos, templos o acueductos y otras prefecturas. La novedad arquitectónica surge en la creación de nuevos edificios, como palacios o iglesias.

Interior de Santa Sofía de Kiev

La aparición del Cristianismo por el Imperio Romano y su consolidación como religión de dicho imperio llevó a la necesidad de crear un espacio donde desarrollar el ritual de la liturgia. Los edificios religiosos van a seguir la pauta marcada por la ingeniería y arquitectura romana. Así, la planta basilical va a ser la pieza clave de este nuevo edificio. La necesidad de ampliar su espacio interior llevará a extender la anchura de las naves y después a ampliar su número. Para concentrar el interés de los fieles en los actos litúrgicos, estas plantas basilicales van a tomar como referencia los espacios centralizados de las plantas de cruz griega. Los arcos de medio punto y las bóvedas de cañón también van a estar presentes.

Interior de San Miguel de Kiev

El uso de cúpulas como símbolo del cielo llevará a la búsqueda de nuevas soluciones constructivas para su creación. Así de la bóveda vaída se evoluciona a la de pechinas o trompas, para luego usar un tambor intermedio como soporte de la misma. Siglos después serán las cúpulas las que van a tomar una especial relevancia debido a la influencia asiática. Las famosas cúpulas bulbosas que tanto ondean en el cielo de las iglesias ortodoxas son un préstamo tomado de las construcciones de persas, a través de la influencia mongol sobre el territorio eslavo.

San Miguel de Kiev

La obra más importante de la ciudad de Kiev es la catedral de Santa Sofía, construida en el siglo XI. En un principio, queriendo emular la magnificencia de su homónima en Constantinopla, Jaroslav el Sabio ordena levantar una basílica de nave central más cuatro laterales, con planta centralizada de cruz griega. Sus trece cúpulas son lo más llamativo de la construcción. Hay que mencionar que esta iglesia fue restaurada en el siglo XVI, siguiendo la influencia de las cúpulas mongolas. Sus bulbos dorados al fuego hacen que la iglesia reluzca más que los rayos del sol. La luz se concibe como el elemento que produce una profundidad ilusoria capaz de crear una atmósfera casi transparente. La luz crea el espacio y la figura, aquello que se ve, reflejo de una condición espiritual que proviene del alma. La iglesia simplemente es el cuerpo material donde el orden del Cosmos y de la presencia divina se manifiesta.

Monasterio de las Cuevas de Kiev

Otra de las iglesias más destacadas de la capital ucraniana es la iglesia de San Miguel. Construida en el siglo XII, la iglesia fue ampliada con la edificación de un conjunto monasterial. Este monasterio sufrió las invasiones de los mongoles y quedó bastante deteriorada. Hacia el siglo XVI también fue restaurada. Sin embargo, bajo la ocupación soviética, el conjunto fue demolido, salvándose las piezas más valiosas del interior. Tras la caída de la antigua URSS, los planes de reconstrucción se llevaron a cabo, siguiendo la línea de la última restauración. Cabe resaltar que, la figura de San Miguel arcángel, está ligada a la ciudad de Kiev y es considerado su patrón. San Miguel es el arcángel guerrero, el jefe de la milicia celestial, el que empuña la espada flamígera contra Satanás y vence contra los enemigos. Este arcángel está muy en consonancia con el espíritu guerrero de los primeros Varegos que fundaron la Rus de Kiev, esos vikingos guerreros que asolaban las costas europeas y que eran temidos por todos.

Monasterio de las Cuevas de Kiev

Sin embargo, aunque el monasterio de San Miguel es emblemático por su significado, el más antiguo de la ciudad es el denominado Monasterio de las Cuevas. Construido también durante el reinado de Jaroslav el Sabio, fue un monje del monte Athos llamado Antonio quién se estableció en las cuevas de las afueras de Kiev para instaurar una labor misionera y ortodoxa que pronto se extendió y creó seguidores. Las cuevas siguieron creciendo de manera que Jaroslav tomó la decisión de construir el monasterio para alojarlos y les donó tierras para que pudiesen abastecerse. De los seguidores del monje Antonio fue su sucesor llamado Teodosio quien estableció la regla principal de los monasterios de la Rus de Kiev. Este monasterio perduró en el tiempo hasta que, durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis la destruyeron. Posteriormente, el complejo fue reconstruido con todas sus ampliaciones y con unas impresionantes cúpulas doradas que hacen las delicias de cualquier amante de la fotografía.

Monasterio de Karakallou en el Monte Athos

Así, Kiev no sólo es el punto de partida de la historia oriental del continente europeo. Kiev es mucho más. Es el inicio de un nuevo culto, con iglesias construidas para consagrarse al incipiente ritual ortodoxo llegado desde el mismísimo monte Athos. Ese monte donde proliferaron los monjes eremitas, herederos del cristianismo más primitivo, que se aislaban del mundo para encontrarse con Dios. Un rito ortodoxo que llegó para extenderse por todo el oriente europeo, para dar sentido a la creación de toda una región y ser base de una tradición y una cultura que estaba emergiendo por la Edad Media. Sin esta arquitectura y sin estos edificios tal vez la historia de este territorio hubiese sido diferente. Por ello, se erigen como símbolo de un pueblo que, en sus horas bajas, cobran mayor sentido si cabe.