Encontrar un lugar donde poder transformar el urbanismo previo tiene algo peculiar. Si, además, nos encontramos en un centro histórico, cuyos edificios son históricos y de la época imperial, ya la cosa se va complicando. Si el emplazamiento fue sede de unos barracones que pertenecieron al ejército, pues, la verdad, si yo fuera arquitecto cogería ese encargo como a un toro por los cuernos. Que no es cuestión de intentar ser un Norman Foster. Es más el encanto del desafío de urbanizar y convertir todo ese espacio histórico en un lugar totalmente nuevo y con una función muy diferente a la que fue destinado.

Algo parecido debió pensar el arquitecto Max Dudler cuando le ofrecieron remodelar esos barracones militares en el centro histórico imperial de la ciudad de Mannheim, en Alemania. El proyecto ha tratado de integrar, a ese edificio histórico de 120 años de antigüedad, dos edificaciones adicionales de nueva planta para completar el conjunto. Siendo el ladrillo el material principal de las construcciones de aquella época, en los dos edificios nuevos se ha empleado éste, junto con el hormigón y la arenisca.
El exterior de los edificios creados por Max Dudler en Mannheim aparece totalmente armonizado con los de este barrio imperial. Se ha optado por enfoscar las fachadas en tonos terrosos, añadiendo un zócalo en piedra arenisca, muy característica de las canteras cercanas del lugar. Además, los marcos de las ventanas y balcones, así como la pintura de barandillas y las contraventanas también han sido revestidos con estos tonos, dándole uniformidad al conjunto. Sin embargo, y para hacer algo más novedosa esta construcción, los balcones ofrecen un tamaño mucho mayor, como si de una terraza se tratase. Desde el perfil del edificio se puede observar los salientes de estas terrazas que despistan al viandante o llaman su atención respecto al paisaje tradicional de alrededor.

El interior de estos edificios de Max Dudler destaca por el empleo del hormigón visto en portales, escaleras y techos de las viviendas. La madera se emplea en los suelos, en un patrón de espiga que ofrece amplitud al espacio habitacional. Asimismo, los marcos de las ventanas también aparecen revestidos en madera. Por lo que parece, el tema del uso de materiales aislantes no ha sido muy tenido en cuenta. Se ha priorizado más el guardar la similitud con el paisaje urbano precedente. Así, estos 19 apartamentos no cuentan con los modernos sistemas de aislamiento que ofrece el mercado, pero el uso de ladrillo y hormigón, de manera tradicional, intenta salvaguardar el uso de las técnicas habituales de construcción, dejando al inquilino la posibilidad de adaptar otros sistemas a sus necesidades.

El conjunto de estos barracones de Max Dudler en Mannheim aparece así como un ejemplo de arquitectura tradicional que intenta guardar la relación con su pasado histórico reciente. Para mantener el flujo ornamental, sin que resulte abrupto o disfuncional, no utiliza elementos demasiado modernos, ni en la construcción ni en la decoración. De esta manera mantiene la tradición constructiva intacta pero sacrifica las nuevas técnicas de bienestar y confort que ofrece el mercado.
Fotografía Stefan Müller.
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