El brutalismo en sí es un término que puede llevar a diferentes acepciones, según el contexto donde apliquemos el término. Es una palabra que puede sonar un tanto abrupta para denominar un estilo arquitectónico. Muy lejos del románico, el gótico o el barroco, el brutalismo es un concepto tomado de la expresión francesa “beton brut que determina lo que conocemos como “hormigón crudo”. Este material se puso muy de moda en la arquitectura de los años 60-70 y sirve para denominar un conjunto de construcciones que utiliza como material estrella el hormigón.

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El brutalismo no concede espacio a los elementos decorativos. Solo le basta el hormigón como material único para la construcción de toda la estructura, tanto exterior como interior. Uno de los signos más característicos de este estilo es el empleo de grandes pilares, que da como resultado estructuras enormes, si las comparamos con lo que arquitectónicamente venía haciéndose hasta entonces.

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El fotógrafo italiano Roberto Conte ha querido inmortalizar bajo su propio objetivo los edificios emblemáticos más característicos de esta arquitectura brutalista en la capital de España.  En Madrid podemos encontrar ejemplos muy claros en puntos estratégicos de la ciudad. Sin ir más lejos, en el campus de la propia Universidad Complutense. El edificio de la Facultad de Periodismo es una de los claros ejemplos de esta arquitectura brutalista: grandes pilares, ausencia de decoración, el hormigón como elemento estrella de la construcción… Sin salir del campus, el edificio de la Facultad de Ciencias Biológicas y Geológicas es otro modelo temprano de este característico estilo. Pero, sobre todo, el edificio que más llama la atención es la conocida como “corona de espinas” o la sede del Instituto de Patrimonio Cultural, con su ineludible remate en forma de gajos que le confieren su peculiar sobrenombre.

Dando un paseo por la ciudad, seguramente, el lector no habrá reparado en el edificio de la sede de la UGT de la Avenida de América. O incluso, dentro de esa misma avenida, en las famosas Torres Blancas. Ambos edificios son ejemplo de esta arquitectura que transformó por completo la estética de la ciudad madrileña en los años 70 y 60. En la calle Conde de Peñalver encontramos la iglesia de Ntra. Sra. Del Rosario de Filipinas, con su arquitectura desnuda al interior que es un buen ejemplo de esta estética desornamentada. Sin ir muy lejos, justo frente al parque del Retiro, se encuentra la emblemática Torre Valencia, que también es una de los grandes representantes de este estilo.

Roberto Conte hace un recorrido completo por la arquitectura más contemporánea de la capital, recogiendo sus impresiones a través de sus instantáneas. El brutalismo, que una vez sorprendió la vida de la ciudad de Madrid, vuelve a ser protagonista tanto de su día a día como de su historia. Porque aunque esta arquitectura ha sido de lo más reciente ya forma parte de su estética e iconografía visual.