Una artista “hambrienta”. Así es como se define Sara Zin después de presentar su último trabajo pictórico. Alguno pensará que su faceta como pintora no le da como para llevarse algo a la boca. Nada más lejos de la realidad. Estas obras recogen la época de estudiante y de primeros años de vida profesional en la que dedicaba tanta fuerza a su trabajo artístico que a menudo se olvidaba hasta de comer.
[photomosaic ids=»16998,16999,17000″]
Nacida en Seúl, Corea, Sara creció en la ciudad de Nueva York. En Detroit comenzó a estudiar ilustración, pintura y diseño. Tras graduarse en la Universidad de Washington, empezó a exhibir sus trabajos en la galería Pacini Lubel, donde recibió su primera beca que la llevó hasta la Costa Oeste para exponer sus obras.
[photomosaic ids=»17001,17002,17003″]
Zin reconoce que, como la mayoría de los estadounidenses, creció comiendo comida basura. Las frutas y las verduras eran platos ocasionales. Cuando llegó a la Universidad, sus principales comidas tenían como alimentos principales fideos precocinados y platos de microondas. En definitiva, una comida poco sana y nada equilibrada. Sin embargo, ahora se encuentra en un momento de preocupación por la salud y, sobre todo, la alimentación. Por ello, ha decidido crear una serie pictórica, realizada con acuarelas, que ha titulado Starving Artist.
[photomosaic ids=»17004,17005,17006″]
Un bache en su salud le llevó a enfermar física y psicológicamente, teniendo que abandonar la ciudad de Nueva York y su labor pictórica. Ella misma reconoce que la cocina nunca fue su fuerte. Tampoco le despertaba ningún tipo de interés. Así que, después de verle las orejas al lobo, aprendió a cocinar y decidió que la mejor manera de expresar todo este proceso de recuperación era a través de su obra. Quince son los lienzos que ha realizado hasta entonces, aunque tiene pensados plasmar muchos más.
[photomosaic ids=»17007,17008,17009″]
Estos bodegones incluyen platos de todo tipo, desde galletas de avena, ratatouille, alcachofas rellenas, ensaladas, carnes, pasteles… Gracias a este proceso, Sara ha aprendido que la cocina es todo un “arte” y que, al igual que durante la creación de sus obras, se necesita de tiempo, amor y paciencia para poder llevarla a cabo. Está claro que las mejores obras surgen de los momentos más críticos en la vida de todo artista. Sara Zin necesitó vivir una situación límite para entender que la vida y el arte van cogidas de la misma mano.
Deja una respuesta