El 2017 se ha acabado. Como es habitual, muchos harán balance sobre lo bueno y malo que les ha ocurrido a lo largo de los 365 días que dejamos atrás. Para algunos, el resultado será un año positivo en todos los aspectos. Para otros, el balance será negativo en alguno de sus momentos. Lo que el grupo de artistas que conforman teamLab no podrá negar es que 2017 ha sido un año muy fructífero en lo que a obras se refiere.
TeamLab nace en el año 2004, en la isla de Japón, como representante del llamado arte digital. La aplicación de las nuevas tecnologías al campo del arte es una realidad que se lleva poniendo en práctica desde hace un par de décadas. El éxito de su empleo radica en convertir el objeto digitalizado en una parte más de la anatomía y el interior del artista. Con ello, se intenta crear un nuevo proceso de sociabilización, mediante la creación de un nuevo tipo de relación entre el artista y el espectador, por medio del objeto digital empleado.
Durante el 2017, el equipo japonés ha realizado una continua puesta en escena de diferentes obras en distintos lugares geográficos de su país natal. Desde instalaciones digitales destinadas a niños, a otras destinadas a decorar y jugar con elementos naturales como el mar, el bosque o la montaña, a aquellas destinadas a recuperar el pasado cultural hasta las que buscan la interacción con el otro. Cada una es un nuevo mundo por descubrir, por investigar, por curiosear, por observar. Pero en todas ellas está presente el componente “natural” típico de su filosofía, de su religión y de su cultura.
Una de las más divertidas ha sido Giant Connecting Block, una instalación destinada a niños cuya finalidad ha sido enseñarles educación vial, profundizando en la inteligencia espacial:
Otra que no ha pasado desapercibida es la titulada Strokes of Life, realizada en el interior de un centro comercial, donde se combina movimiento espacial, imagen y sonido:
Por último, Moving creates vortices and vortices creates moving es la que más ha gustado a los espectadores. El movimiento natural del océano, en todos sus aspectos, ha sido la fuente de inspiración para esta instalación. Investigando el ciclo natural del mar, el movimiento del placton dentro del agua ha sido plasmado con una bonita interacción. El movimiento de las personas crea los vórtices naturales de estas partículas que consigue mimetizar lo que ocurre en el fondo del mar:
En su página oficial https://www.teamlab.art/ se pueden ver todos los excelentes trabajos de este equipo dentro del campo del arte digital. ¿Cuál es tu favorito?
Con Crystal Fireworks recibimos el nuevo año. ¡Feliz 2018!
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