Una de las manifestaciones artísticas más comunes en los países orientales es la caligrafía. Y no es extraño que las primeras letras aparecieran nada más y nada menos que en China. Por ello, en el gigante asiático se considera todo un ritual el proceso de realización de la misma: desde los pigmentos y pinceles, pasando por la técnica y terminando en el significado cultural y filosófico que engloba.
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En paralelo, la caligrafía árabe se desarrolló con un fuerte sentido decorativo debido a la prohibición religiosa de usar elementos figurativos como ornamento en edificios, libros… o cualquier manifestación artística. Julien Breton, más conocido como Kaalam, es un maestro de la fotografía luminosa, además de la caligrafía arábiga, y no duda en hacer obras de arte con ella a través de sus graffitis de luz.
Una cámara de grabación y un software gráfico sirven para, a través de movimientos como si de una danza se tratase, crear increíbles obras de arte lumínicas. El resultado salta a la vista no sólo por lo original y divertido de su proceso, también su acabado único y la facilidad de cualquier persona para llevarlo a cabo.
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