El año que viene será, sin duda alguna, el del aniversario de la muerte de uno de los grandes pintores flamencos que marcó un antes y un después en la pintura de paisaje de todos los tiempos. Poco conocido entre los que no son aficionados al arte, Pieter Brueghel el Viejo es uno de esos pintores que asombra en las distancias cortas. Nacido en torno a la segunda década del siglo XVI, el artista flamenco llegó a convertirse en uno de los referentes para la pintura de paisaje y recuperó ese naturalismo propio de la escuela flamenca, iniciado un siglo antes y que muy bien supieron exportar artistas tan grandes como Van der Weyden, Campin, Bouts o los hermanos Van Eyck, entre otros.

El 2019 se va a convertir en el año de Brueghel al conmemorarse los 450 años de su muerte, que acaeció cuando el artista contaba con apenas unos 40 años de edad. A él le debemos unas 45 obras pictóricas y otros tantos dibujos y grabados, que en su mayoría se encuentran conservados en diferentes museos y pinacotecas de Europa. Uno de estos museos, en concreto el Kunsthistorisches de Viena, ha inaugurado recientemente una exposición monográfica sobre el pintor. Esta es la primera vez que se realiza una exhibición sobre su obra en el mundo. Para ello, los fondos del museo contienen doce pinturas sobre tabla del artista flamenco a las que se han sumado otros tantos préstamos llegados de diferentes museos europeos. Los espectadores pueden así seguir la evolución creativa y pictórica de Brueghel durante sus pocos años de vida y entender mejor el legado que supo transmitir a artistas posteriores como Rubens.

Es cierto que muchos de nuestros lectores no podrán disfrutar de esta exposición en vivo y en directo. Cabe resaltar que, en principio, la exhibición en el Kunsthistorisches permanecerá abierta al público hasta el próximo 13 de enero. Sin embargo, no hace falta desplazarse hasta Viena para apreciar la obra del artista. En el Museo del Prado conservan dos de sus obras. Una es la conocida El triunfo de la muerte y la otra es El vino de la fiesta de San Martín.

El triunfo de la muerte es una de esa obras que no pasa desapercibida para el que la contempla. En ella, se aprecia un paisaje desolador, con una serie de personajes esqueléticos que luchan contra los vivos. Parece que Brueghel quisiera hacer una llamada de atención a todas las personas vivas y decirles que todos van a enfrentarse a la muerte, antes o después. La figura de la Muerte con su guadaña sobre un caballo de color rojizo da muestra de ello. La composición de este cuadro dista por completo de las que El Bosco realizaba para poder denunciar los vicios de la sociedad de su época y las figuras que utiliza Brueghel no tienen nada que ver con los personajes fantásticos y monstruosos del irreal mundo bosquiano. Brueghel destaca así por imprimir un carácter más aterrador a sus figuras, realizando una denuncia de vicios por clases sociales, pero buscando llegar al espectador a través del horror real que crean esos personajes esqueléticos.

El vino de la fiesta de San Martín representa la onomástica del 11 de noviembre dedicada a este santo. Durante esta jornada el vino corría por doquier, ya que por esas fechas también coincidía el final de la vendimia otoñal. La obra intenta recoger fielmente cómo tenía lugar la celebración en los países centroeuropeos, donde podemos ver, por un lado, la figura de un caballero montado sobre su caballo y vestido a la manera más medieval, representando a San Martín, y, por el otro, un grupo de personas que se aglutinan en torno a un barril rojo de vino y que poco caso hacen al santo varón. Con ello, Brueghel hace una crítica feroz a la gula y al hábito de las clases más pobres de dejarse llevar por los efectos nocivos del vino, incluso en nombre de un santo.

Dos obras que merecen la pena ser contempladas y visitadas en el centenario del genial pintor Brueghel.

El emocionante vídeo que te cambiará la forma de ver el Museo del Prado