Muchas personas, cuando llegan por primera vez a un lugar, sienten que les es, en cierto modo. Familiar. Bien sea porque su sensación es como si hubiesen vivido allí, un dejavú o que el lugar les llama, de alguna manera. En el caso de muchos artistas, sienten la necesidad de desarrollar su carrera artística en una ciudad en concreto. Es como si algo les dijera que ese es su sitio. Bien porque van a encontrar fortuna desarrollando su obra allí, bien porque van a sentir la llamada de las Musas en toda su plenitud.

Algo parecido es lo que sintió el arquitecto francés Ludwig Godefroy. En el país de México ha encontrado el lugar donde desarrollar su creatividad. Y, sin duda alguna, sus construcciones no pasan para nada desapercibidas. Su inspiración principal es el conocido como estilo brutalista o brutalismo. Este estilo, basado en construcciones de hormigón, con un aspecto monumental y muy desnudo, estuvo de moda a mediados del siglo XX. Como si de un revival se tratase, el brutalismo renace de las manos de este arquitecto, pero aportando un toque mucho más moderno y actual.

La Casa Alférez es la última de sus edificaciones. En esta casa, concebida con forma de cubo, las dimensiones monumentales son una constante en los espacios principales. El hormigón se convierte en el elemento unificador de todo el conjunto, característico de este estilo. Está presente incluso en la escalera, la cama o parte del mobiliario. Pero el mobiliario empleado le da ese toque más actual, más colorista, el contraste que necesita. A pesar del minimalismo empleado, parece como si ese escaso mobiliario fuese lo justo y necesario para marcar la diferencia.

Así, el brutalismo de Ludwig Godefroy aparece como una cabaña artificial en medio del bosque. Pero al ingresar al interior de la casa, el concepto cambia. Los elementos se integran para prolongar el estado exterior pero de una forma artificial. Al fin y al cabo, una casa es una construcción artificial y humana y como tal tiene que ser percibida.